Al-Deir, el monasterio en la cima de Petra.

Al-Deir, el monasterio en la cima de Petra.

La ciudad de Petra tiene algunos tesoros escondidos. Si bien, tu llegada por la brecha en la roca y plantarte delante de aquella maravilla, es algo difícil de olvidar, hay otros muchos rincones sensacionales. No todo el mundo le dedica la adecuada atención a otros edificios más alejados, como por ejemplo, el llamado Monasterio (Al-Deir).

Ruinas y restos de la ciudad en el camino hacia la montaña del monasterio.

Ruinas y restos de la ciudad en el camino hacia la montaña del monasterio.

Está situado en lo alto de una montaña, al fondo de todo el enorme recinto, en las montañas. Está demasiado lejos para ir andando y llegue todo el mundo, así que podrás disfrutar de un tranquilo camino sin aglomeraciones turísticas. Tienes la opción de coger un camello (¿o dromedario? nunca sé cuantas jorobas tienen cada uno) pero te recomiendo que a la ida vayas andando hasta la base de la montaña para descubrir algunas ruinas muy interesantes. A la vuelta, atrévete a zarandearte en uno de esos bichos. Vale la pena.

Restos del anfiteatro, de camino a la montaña.

Restos del anfiteatro, de camino a la montaña.

El camino hasta la base de la montaña, está lleno de rincones y restos de las construcciones que formaban la ciudad. Los restos romanos, su anfiteatro, los templos, la sombra del único árbol de la zona con un grupo de turistas apiñados debajo… Caminar bajo el tremendo sol es un buen entrenamiento para lo que te espera si decides subir a pie hasta el Monasterio.

Grupo de turistas bajo el único árbol del entorno.

Grupo de turistas bajo el único árbol del entorno.

Una vez en la base de la montaña, piénsate qué es lo que quieres hacer. Puedes alquilar un burro (o mula) con guía para disfrutar de no pocas emociones al borde del precipicio, o subir andando. Yo lo hice andando. Es una excursión sensacional. Creo que tardé sobre una hora en llegar arriba. Tómatelo con calma y disfrútalo.

Muy importante: No te olvides de llevar agua en abundancia, protección en la cabeza y pañuelo para el cogote (debe tener un nombre técnico, ¿pero cual?…). Si hace calor, hace mucho calor, no te arriesgues a pillar una insolación.

El paisaje durante la ascensión impresiona.

El paisaje durante la ascensión impresiona.

Es divertido ver como suben los turistas agarrados al guía y ambos sobre el burro a una velocidad más que acelerada. Es una estampa divertida. Alguna turista, se agarra tanto a su guía que llegarás a dudar de si en realidad intenta no caerse del burro o si aprovecha para disfrutar de ese estrecho contacto con el pueblo beduino mientras desea que el paseo no acabe nunca…

El camino de subida y un grupo de turistas que eligieron hacerlo en burro.

El camino de subida y un grupo de turistas que eligieron hacerlo en burro.

Una vez arriba, tendrás dos grandes recompensas. La primera, el propio Monasterio. Es un edificio de 50 metros de ancho por 45 de alto (aprox.) tallado en la roca de la montaña, con una únia estancia en su interior y un altar (o cubo de piedra de los que ves a saber para qué lo usaban). Como en el resto de los edificios de Petra, las cavidades interiores son perfectamente cuadradas y vacías, sin ningún tipo de decoración. El conjunto data del siglo I DC. Total nada.

Aunque un poco churro, la foto te da una idea del conjunto y su dimensión.

Aunque un poco churro, la foto te da una idea del conjunto y su dimensión.

Destaca la urna ornamental de la fachada, lo que le hace parecerse al edificio llamado El Tesoro, el que te encuentras nada más entrar en Petra. Su uso se desconoce. Se cree que estos templos  debían ser utilizados para menesteres funerarios, aunque no se han encontrado restos ni tumbas en sus  interiores.

Vistas desde la cima.

Vistas desde la cima.

Tu segunda recompensa, es un pequeño, pero magnífico bar en frente del monasterio. Un techado, con las cervezas más frías y estupendas que recuerdo en Jordania, quizá por el calor y solanera que habá pillado durante la caminata de subida. Sentarse allí, frente aquella maravilla (hablo del Monasterio, no de la cerveza) y disfrutar de la otra maravilla (ahora sí  me refiero a la cerveza), es algo que no tiene precio. Aunque la cerveza tenía un buen (buen) precio. Vale la pena.

Momento cerveza, tras el esfuerzo de la subida de la montaña.

Momento cerveza, tras el esfuerzo de la subida de la montaña.

La bajada, es más rápida y llevadera. Una vez pasado el anfiteatro romano, aprovecha y coge un camello aunque sea para un pequeño recorrido. Me costó 6 JOD (dínar jordanos) por una carrera de apenas 300 metros, pero me gustó la turistada. Fue mi primera experiencia en camellos y tengo que decir que es muy divertido.

El paseo en camello tiene sus riesgos si no estás acostumbrado.

El paseo en camello tiene sus riesgos si no estás acostumbrado.

 

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4 comentarios

  1. 16 marzo, 2012 a 10:12 — Responder

    Me ha encantado leerte y aún me estoy riendo imaginando los turistas agarrados del guía y del burro, jajajaja.

    Por cierto, pásate por mi blog que te he dejad un regalito ;)

    Un saludo!

    • 17 marzo, 2012 a 12:30 — Responder

      Hola Lala!!!

      Ya he visto tu regalo. Muchísimas gracias por esa mención de los Premios Liebster. No tenía presente lo que significaban y ahora que lo sé, me ha hecho mucha ilusión. Gracias!!

      Lo de los burros, los beduinos y los turistas es de risa de verdad! Y alguna historia no apta para blogs públicos que no te puedo contar!!

      un saludo!!

  2. Charo
    23 febrero, 2013 a 0:45 — Responder

    Me ha encantado, porque he ido recordando mi visita por allí.
    Tienes razón en todo lo que dices.
    El Tesoro es maravilloso, pero la subida al Monasterio es impresionante.
    Y eso que el guía intentó por todos los medios que no subiera la gente.
    Pero nos animamos unos cuantos y vaya si mereció la pena!!!
    Y tienes que aguantar la risa cuando ves a los burros bajar a toda velocidad y tan cerca de los precipicios. No me extraña que los turistas vayan tan agarraditos al guía. Por cierto nos dijeron que el bar es de una madrileña.

    • 25 febrero, 2013 a 8:52 — Responder

      Hola Charo, lo de la madrileña no nos lo contaron,y es que nuestro guía era tan justo que nosotros decidimos ir por libre en Petra. Mejor perderse detalles que perder el día con un mal guía.

      un saludo.

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