Entrada del Hotel Santa Rosa, en la calle Santa Rosa.

Entrada del Hotel Santa Rosa, en la calle Santa Rosa.

Volver a los sitios que te gustan es uno de los mayores placeres que te puedes dar. Y eso es lo que hice hace un par de semanas. Volver a Gijón. La excusa, la celebración de uno de esos aquelarres blogueros que hacemos de vez en cuando. Gijón es una ciudad sencilla y tranquila que vive del mar, de su industria y su cultura. Y qué decirte de la gastronomía de Gijón... Pero hoy no te voy a hablar de eso. Te voy a hablar del lugar donde me he hospedado y su gente: El Hotel Santa Rosa.

La oferta de alojamientos de Gijón es muy variada y amplia. Pero si eres de los que te gusta estar en el meollo de la ciudad, en pleno centro, a un paso de todo y lejos de nada, ya no tienes tantas opciones. Elegí este hotel por su proximidad a Cimadevilla (el casco antiguo de la ciudad) y porque el barrio marinero está lleno de animación y lugares donde comer un pintxo y unos culines de sidra -como dicen ellos- sin tener que recorrer grandes distancias.

Vistas a la calle desde el balcón de la habitación.

Vistas a la calle desde el balcón de la habitación.

Llegué por la noche, tarde. Muy tarde. Allí  encontré el hotel, muy cerca del puerto. Entre bares y restaurantes con terrazas en las calles, aunque ya vacías por la hora.

Una vez instalado -sin haber cenado en Barcelona antes de salir- me entró hambre. Fue entonces cuando recordé que la diferencia de un hotel no la marca solo sus estrellas -el Hotel Santa Rosa tiene tres estrellas- sino las personas que trabajan en él. Eran ya casi las dos de la mañana y todo estaba cerrado o en proceso de cerrar.  Tras preguntarle al recepcionista con poca esperanza de encontrar nada abierto, me sorprendió con una oferta inesperada. Prepararme una rápida y sencilla cena con unos pinchos (pinchus, como dicen allí).

Pide algo de comer en según qué otros hoteles a las dos de la mañana sin room service y verás. En un plis el hombre me preparó lo que tenía y andando. Se me había olvidado lo amables y serviciales que son en Asturias. Y en el Hotel Santa Rosa, no son una excepción.

La habitación, cómoda y práctica. El baño junto a la entrada.

La habitación, cómoda y práctica. El baño junto a la entrada.

Escritorio. Con enchufe negro que no sedesconecta al marcharte, para que puedas dejar cargando tus baterías.

Escritorio. Con enchufe negro que no se desconecta al marcharse uno, para que puedas dejar cargando tus baterías.

La cena, a las dos de la madrugada. Me supo a gloria.La cena, a las dos de la madrugada. Me supo a gloria.

La cena, a las dos de la madrugada. Me supo a gloria.

Como ves en las fotos, la habitación es sencilla y no excesivamente grande, pero muy bien puesta y muy cómoda. Armario con perchas -no las hay en todos los hoteles- Un pequeño escritorio con información de la ciudad y un mapa.  Caja fuerte grande como para meter hasta el portátil y no de esas cajas de seguridad en las que no te cabe ni la cámara de fotos. El baño muy  limpio, como tiene que ser. Y las toallas suaves.

Ducha caliente, cena y a descansar. Había sido un día largo, aunque con un  final muy grato. Estaba en Gijón y me sentía a gusto.

Como te he dicho, el hotel está rodeado de terrazas y bares. Mi primera reacción fue pensar que allí no habría quien durmiera con el ruido de la calle. Segunda sorpresa de la noche: doble ventana con doble cristal. El aislamiento es total y dentro de la habitación no se oye ni una mosca. Te lo digo yo que tengo el oído muy fino para el más mínimo ruidito a la hora de dormir. Así que cerca de todos sitios y silencioso. Me estaba gustando aquel sitio…

Mostrador con el desayuno. En la cafetería.

Mostrador con el desayuno. En la cafetería.

Los donuts son un peligro... Bien ricos.

Los donuts son un peligro… Bien ricos.

El desayuno se sirve en la cafetería, que también está abierta al público. Algo que siempre he creído debían hacer todos los hoteles para rentabilizar sus inversiones. No te voy a decir que sea el mejor desayuno del mundo, aunque sí que el personal me atendió de maravilla. Y eso también alimenta.

El desayuno pues muy correcto, sin florituras, pero muy bien. Variedad de tipos de pan, pastas, fruta, varios tipos de cereales, leche, café… y algo extremadamente difícil de encontrar en un hotel:  zumo de naranja bebible. Más que bebible, un buen zumo de naranja.

En mi opinión, se pueden mejorar los embutidos. Un tanto simplones. Ahí queda dicho. A parte de eso, pues mis tostadas con tomate, algunas pastas, fruta y zumo de naranja, el desayuno de los campeones.

La verdad es que la relación calidad-precio es muy buena y que la situación es inmejorable. El Hotel Santa Rosa para mis cuatro noches en Gijón fue una muy buena elección. 

¡Que me encanta estar a gusto y recibir buen servicio, que narices!

Si quieres ver más opiniones aparte de la mia, puedes ver el apartado de comentarios en la página del Hotel Santa Rosa en su web.

 

 

 

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4 comentarios

  1. 24 mayo, 2014 a 16:34 — Responder

    El casco antiguo de Gijón es Cimadevilla, no Cimavilla. Te lo dice un asturiano :)

    • 26 mayo, 2014 a 17:58 — Responder

      Gracias Claudio, de hecho era el nombre que yo le conocía pero en el mapa que tenía ponía Cimavilla y me extraño. Lo cambio y ya está. Saludos.

  2. Petardo
    17 julio, 2014 a 23:18 — Responder

    Hola

    Y pintxo es en Euskadi y proximidades. Aquí decimos pincho o pinchu :)

    Saludos!

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