Durante mi reciente viaje a Laponia Noruega, el sol de media noche ha sido uno de los fenómenos que más me ha sorprendido en mis viajes. Noruega es una estupenda opción para disfrutar de los días interminables – o noches inalcanzables, según lo quieras ver – y disfrutar de los colores intensos que toman todas las cosas cuando por la noche, el sol lo ilumina todo a la altura de tus ojos.
Además de este fenómeno solar, el verano en Noruega te ofrece muchas más alternativas. La mayoría al aire libre para aprovechar los días de sol, calor (tan esperado por los noruegos) y naturaleza. Los fiordos entre montañas, decenas de islas cosidas por un hilo de carreteras y puentes, el mar y su fauna, sus gentes y una máxima veraniega: aprovechar al máximo el buen tiempo.
Actividades como la pesca del cangrejo rey en muchos lugares de la costa y sobretodo en Honningsvåg, las rutas de montaña y las playas de Sommarøya que bien podrían paracerte a algunas del caribe aunque con el agua considerablemente más fría y sin cocoteros.
Pero el verano en Laponia noruega se acaba y da paso al otoño. Los días se acortan y el sol de media noche da paso a las horas de oscuridad, cada vez más largas hasta que se invierte el ciclo. Ahora Laponia noruega va hacia la ausencia de luz diurna. El sol no llega a salir entre los meses de noviembre y enero. El ritmo y las actividades al aire libre cambian para adaptarse al rigor de las temperaturas invernales.
Es precisamente a partir de octubre, cuando empieza la mejor temporada para ver las auroras boreales. Ese fenómeno producido por la caída de la radiación solar sobre la atmósfera con un determinado ángulo de inclinación de la tierra. Dicen que si el sol de media noche es un espectáculo para la vista (doy fé) las auroras boreales tienen la magia de lo irreal, de lo desconocido, de algo que sobrepasa la magnitud humana y que me llama mucho la atención.
Este fenómeno puede verse en Noruega hasta el mes de marzo aproximadamente. Creo que cuanto más al norte, son mucho más intensas, pero dicen que igual de impresionantes. Me imagino lo bonito que tiene que sobservar de las auroras boreales desde la montaña de Storsteinen, frente de la ciudad de Tromsø donde pude disfrutar de la luz nocturna interminable. Los colores dorados del sol de media noche transformado en colores vivos y contrastados. El negro de la noche como lienzo para los intensos verdes en movimiento de las auroras…
Aun no lo he podido disrutar, pero estoy seguro de que la experiencia de vivir el invierno noruego y sus auroras boreales, tiene que compensar -con creces- el frío de las temperaturas invernales.
Habrá que pedírselo a los Reyes Magos noruegos estas navidades, que según dicen, son majos, majos.
NOTA: He visitado noruega en verano gracias a la invitación de la Oficina de Turismo de Noruega.
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