Después de las emociones del día anterior, el último día tocaba visitar la laguna de Canaima y Salto el Sapo. Me levanté sin saber qué hora era. El despertador no había sonado, y apenas oía nada fuera de las habitaciones. Finalmente me decidí a vestirme y a salir a inspeccionar, porque tampoco nos habían dicho a qué hora era el desayuno.
Poco a poco fueron apareciendo todos, y Fredy, el guía, nos explicó que otro guía de su confianza (también de la etnia de los pemones), nos iba a hacer el recorrido. Él tenía que atender antes de lo previsto a otro grupo en la que iba a ser su última subida a Salto Ángel como guía. Tenía planeado marcharse a Londres en breve para iniciar desde allí su propia agencia de viajes especializada en actividades de aventura. Después de tantos años trabajando en ello, tenía los contactos, los conocimientos y el dinero suficiente para iniciar su propio camino. Nos despedimos de él emocionados por lo bien que lo habíamos pasado y le deseamos suerte en su nueva andadura.
Desde la lancha pudimos observar de cerca las cascadas que dan a la laguna. En temporada de lluvias, son espectaculares. Van cargadísimas de aguas llenas de sedimentos y nutrientes que le dan al agua de la laguna un color rojizo muy especial.
Nos llevaron en lancha hasta isla Anatoly. Allí pasamos por el campamento Tomás Bernal (muy conocido en aquel lugar), donde el guía nos explicó que en aquella isla habia unas hormigas que las llaman hormigas 24 horas, porque su picadura puede matar 24 horas después de haberla realizado. Y nosotos con sandálias de playa…
Fredy nos había adverdido desde el primer dia antes de salir, que ante cualquier picada o señal de algo, le avisáramos, porque en estas situaciones es mejor pecar de precavido que no lamentar una tarde intervención a una mordedura o picada de insecto. De echo, a una de las chicas alemanas le picó algo el primer día, y no dijo nada hasta que volvimos al campamento base, cuando tenía ya el pié hinchado como una patata. Todo quedó en una alergia leve que le produjo además, manchas en la piel y un poco de fiebre, pero podía haber sido fatal. El pueblo de la Paragua está equipado con un hospital muy completo con médico permanente y rápido se lo controlaron.
Salto el Sapo es una cascada, que en la foto no te parece muy grande, pero una vez estás debajo, te impresiona. Además tiene algo que la hace muy especial. Tomás Bernal, peruano afincado en aquellas tierras, construyó un paso picado a mano en la roca, lo que te permite pasar por detrás de la cascada. Antes de hacerlo, te hacen dejar en tu bolsa todas las cosas que se puedan mojar, y te quedas sólo con el bañador, porque acabarás totalmente empapado. Los más atrevidos cogimos también la cámara, porque… ¿quién se va a quedar sin fotografiar aquello desde abajo? (No te olvides llevar una bolsita de plástico).
El ruido es ensordecedor, y la cantidad de agua que por allí cae es enorme. Poco a poco vas haciendo a la idea de la fuerza real que tiene aquella cortina de agua. De hecho tienes que pasar agarrado a la cuerda de la pared, y no porque te caiga el agua encima, si no porque la fuerza del agua y el ruido es tal que te impiden ver absolutamente nada, y el suelo es muy resvaladizo. Tienes que avanzar unos 5 metros sin ver practicamente nada. Así que, en una mano la cámara en una bolsa de plástico y en la otra, la cuerda. Impresiona.
Una vez al otro lado ves la magnitud de la tragedia. 120 metros de agua cayendo con toda su grandeza. El espectáculo está servido.
Allí debajo puedes disfrutar del agua, las vistas, y tu cámara fotográfica. Luego, seguimos por un caminito, un poco más arriba, donde se visita Salto el Sapito y la pequeña cueva donde vivió Tomás Bernal. Desde allí, se sigue subiendo hasta la parte superior de la cascada. La visión de la sabana, la laguna y las cataratas son algo inolvidable. El guía nos contó que fue precisamente en aquel punto, donde murió Tomás Bernal, un dia en que se le paró el motor de su lancha, y la fuerza del río le arrastro por la cascada que él mismo había dado a conocer.
Las vistas desde ese punto son sensacionales.
Luego se deshace el camino recorrido y recoges tus cosas al otro lado de la cascada. Te llevan al campamento base y de allí a recoger tus cosas y hacia el aeropuerto. El vuelo de vuelta en avioneta (otra mucho más vieja) fue un poco más movido que el de la ida, pero el cansancio y las emociones de lo que habíamos vivido estaban más presentes que las trubulencias.
Una vez en Ciudad Bolívar (se llega a eso de las 16h aproximadamente) tienes varias opciones. O te lo cuadras con algún vuelo para volver a Caracas, o coges el Aeroexpresso Ejecutivos de turno. Eso es lo que yo hice. De esta forma pude visitar el centro histórico (apenas cuatro calles) y el enorme mercado callejero. En realidad prescindibles ambos, pero no quise comprar un billete de avión porque su hora de salida era un poco justa, y cualquier imprevisto podría haberme hecho perder el vuelo.
Para ir del centro a la central de autobuses, lo mejor es que preguntes y cojas un autobús en cualquier punto del malecón. Recuerda que allí no hay autobuses de línea, si no que los asistentes van cantando los sitios por los que pasan y tu te montas en el que más te interese. La espera en la central de autobuses me pareció eterna, porque el autobús a Caracas salía a las 23:30 h o algo así, y había habido cancelaciones y retrasos. Nadie informa de qué autobús es el tuyo y tienes que estar pendiente y preguntar a cada uno de ellos porque si no, te quedas en tierra fijo.
Así que bueno, un poco cansado, con ganas de dormir en condiciones pero con la imagen de la laguna de Canaima todavía en la cabeza, me abrigué como si fuera al polo norte e iniciamos la ruta de vuelta a Caracas, para encarrilar la recta final de mi viaje a Venezuela en un mes.
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10 comentarios
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Que bueno a ti te advirtieron de esas hormigas, a nosotros nadie nos dijo nada y por suerte tampoco nada nos pico o nos mordió. Freddy si es mentiroso jajaja, yo fui para allá y él mismo fue quien nos llevo al Salto Angel, todavía sigue trabajando allá. Por cierto no tuviste más contacto con él? creo que es un poquito mitómano dice cada cosa….
Hola Maria, sí creo que Freddy cambió sus planes… No tengo contacto con él, perdí su teléfono. Si tienes un email o número telefónico te agradecería me lo pasaras, por ponerme en contacto con él.
gracias por tu comentario!
un saludo.
hola el correo de freddy es: campofre@hotmail.com
saludos!!
Gracias María!! le mandaré un mail y lo incorporaré al post.
un abrazo!
Lastima que no fue a Puerto Ordaz, esta el parque nacional la llovizna y un montón de cosas mas, yo no conozco ciudad Bolívar, pero fui de turista a Puerto Ordaz y me encanto.
saludos desde caracas.
Hoy a solo dos días de haber realizado el recorrido parecido aquí descrito y de haber contado con la gran compañía y alegría del guia freddy campo, me entero que sufrio un accidente en camino a ciudad bolívar, le tocaba un tour a roraima el 27.. y buscando información referente a el me encontré con maravillosas historias sobre como ayudó a tanta gente a ser feliz en algún momento en el extraordinario viaje a la gran sabana, mi pemon, mi guía. . Espero que puedas salir de esta! Así demuestro mi agradecimiento por tanto que recibi de ti en estas vacaciones. Ta
Hola Yahari, siento oir malas noticas de Freddy. Espero también que se recupere y vuelva al trabajo. Un saludo.
Buenas tardes. Alguien que me pueda decir cómo pudiera saber de María la del chiguao. La de isla ma eh iba. Mi teléfono es 04143400109 por favor