Jatiluwith

Jatiluwith

Día 5 – Lluvia y arrozales.

Planeo alquilar una moto y perderme por algunos lugares de Ubud. Parece un plan perfecto, pero llueve a cántaros y no veo que vaya a amainar. Me tomo un café para filtro, pero sin filtro (en Bali son así de prácticos) y decido seguir ruta hacia el norte. Ubud, sus terrazas de arrozales y el bosque de monos ábidos de quitarle  las gafas y las cámaras a los turistas van a quedar para otra ocasión.

Casualmente, el hermano del duenyo de la guesthouse, tiene una furgoneta y me lleva a Lovina por la módica cantidad del 500 mil rupuas. He perdido el norte y el dinero se me va de las manos como si se me escapara el pis.

Terrazas de arroz típicas.

Terrazas de arroz típicas.

Para amortizar el estropicio, pacto hacer parada en los arrozales de Jatiluwith  y en un templo en la orilla de no sé qué lago que nos pilla de camino. Llueve y llueve y no deja de llover. Me alegro de no haber perdido el día en Ubud. Carretera y chubasquero.

En Jatiluwith también llueve, pero aun así estoy encantado por lo que veo. El chófer me deja en la entrada y con mi chubasquero y cámara en mano me pierdo entre las terrazas de los arrozales. Le he dicho que en 20 minutos nos vemos, pero enseguida me doy cuenta de que aquello vale la pena aprovecharlo a fondo. Le llamo y le digo que ya llegaré, que estaré un buen rato por ahí perdido. He estado casi tres horas deambulando.

Puedo decir que la cámara sigue funcionando después de la que le ha caído de agua y que llevo el pie izquierdo tenyido de negro porque la bota (o el calcetín, no sé) han desten;ido (maldita enye).

Pasear bajo la fina lluvia entre los arrozales, saludar a los locales que siguen trabajando la tierra a pesar de la lluvia, y respirar el aire fresco me sienta de maravilla. Me encanta el verde intenso de la hierba. Disfruto mucho del paseo, a pesar de no haber podido sacar fotos con buena luz, pero no me importa en absoluto. Será la edad… que me hace disfrutar de lo que hay sin esperar más o contrariarme por si lo que encuentro no es lo mejor. Estoy mojado y feliz por ello.

El agua cae de una terraza superior a la inferior para regarlas todas.

El agua cae de una terraza superior a la inferior para regarlas todas.

Bananeras entre los arrozales.

Bananeras entre los arrozales.

Preparando los bancales para una nueva plantación.

Preparando los bancales para una nueva plantación.

Made, que así se llaman  el 70% de los hombres de la isla, está echando una siesta cuando llego (no te pongo la foto porque ha salido desenfocada como una mala cosa). Me voy a comer una sopa de pollo estupenda por 10.000 Rp y seguimos ruta hacia Lovina -ahora en el asiento delantero para evitar ponerme como una sopa con las curbas y echar la sopa -qué juego de palabras tan ingenioso…

La sopa de pollo con vegetales. Rica, rica y con fundamento...

La sopa de pollo con vegetales. Rica, rica y con fundamento…

A mitad de camino paramos para hacer una visita más. Ell templo está en un lago (del que ahora no recuerdo el nombre) y es un poco birria -en cuanto a tamaño, me refiero. Sí que tiene su qué y aunque la niebla no le quita atractivo, no son más que un par de edificios pequeños rodeados de unas cuantas esculturas de cartón piedra un tanto artificiales. Los dragones y eso me sirven, pero lo de las ranas y tortugas en la orilla se me antoja de chiquipark.

Lo de las figuras de las ranas no tiene nombre...

Lo de las figuras de las ranas no tiene nombre…

Finalmente, y después de un día muy largo, lhemos legado a Lovina entre un intenso tráfico y los preparativos escolares del 68 aniversario de la independencia de Indonesia.

El pueblo, bueno la parte de la playa, es tranquilo y pequeño. Me instalo tranquilamente en una guesthouse con piscina en previsión de lo que va a ser una tarde de hacer poco o nada. He contratado la salida para ver los delfines al amanecer. Suena bien… ¿será un idlílico encuentro en la inmensidad del mar de Bali?

Día 6 – Delfines, manzofarras y la cama de estilo balinés.

Me he levantado a las 4 de la mañana. Querer ver los delfines al amanecer es lo que tiene. A pesar del sueño que tengo, estoy excitado por la novedad. Nunca he visto delfines en libertad y me hace ilusión. Además, voy a montarme por primera vez en una de esas barcas balinesas alargadas con brazos a los lados. Cada país tiene su tipo de embarcación característica, adaptada a las necesidades de su vida diaria y sus mares. Es algo que siempre me parece interesante descubrir cuando viajo.

Amanece a nuestra espalda mientras vamos al encuentro con los delfines.

Amanece a nuestra espalda mientras vamos al encuentro con los delfines.

Empiezo a presentir la magnitud de aquel encuentro con los delfines -si los encontramos. Decenas, diría que casi un centenar de otras embarcaciones están haciendo lo mismo que nosotros. Vamos todos al encuentro de esos bichos como si de un enjambre de abejas en busca de una flor se tratara. No lo había pensado, pero era obvio que como yo, otros muchos habían ido hasta allí para lo mismo. En cada barca 4 ó 5 turistas, así que calcula. Las Ramblas de Barcelona más o menos.

Los delfines se dejan ver a pesar de molesetarlos con tanta barca...

Los delfines se dejan ver a pesar de molesetarlos con tanta barca…

Aun así en aquel enjambre de barcas y turistas con los ojos rasgados -unos por ser asiáticos y otros, como yo por dejarnos las gafas de ver lejos en el hotel- logramos ver algunos delfines. Muy bonito, a pesar de que el encuentro ha tenido poco de íntimo o idílico.

Desde el mar, me llama mucho la atención la cantidad de columnas de humo que se ven por toda la isla. Quemar las hojas y restos vegetales es parte de la limpieza diaria. Lástima que aprovechen y quemen también todo tipo de basura y plásticos, y eso se nota en el ambiente.

Centenares de fuegos tiñen la costa de humo.

Centenares de fuegos tiñen la costa de humo.

Ya en el hotel, después de un arroz frito -Nasi Goreng- con más bien poca gracia, paso un rato en la piscina donde observo la tierna escena de una madre da de comer fideos a su hijo. El crío, ya un poco crecidito para que su madre vaya persiguiéndole por la piscina con los fideos pinchados en el tenedor, se merecía lo que yo denomino un tortazo terapéutico just in time.

El Nasi Goreng más triste que me han puesto en todo el viaje.

El Nasi Goreng más triste que me han puesto en todo el viaje.

Los fideos se los ponía yo por sombrero al niño. ¡Vamos!

Los fideos se los ponía yo por sombrero al niño. ¡Vamos!

Al mediodía me cambio de hotel porque para variar, he descubierto otro mucho más barato y mejor an la calle de al lado. Una vez instalado, sigo con mi rutina de hacer poco o nada y paso el día en la piscina. Me relajo, tomo sol -para intentar tapar mi bien marcado moreno paleta- y me baño entre flores de cempaca -esas flores blancas de los árboles que abundan por todas partes en Bali.

La piscina y unas buenas nubes para evitar que me quemara por el sol...

La piscina y unas buenas nubes para evitar que me quemara por el sol…

Flores de cempaca, por todas partes.

Flores de cempaca, por todas partes.

En medio de mis ajetreadas meditaciones en la piscina, levanto la cabeza y observo que cerca de mí se ha plantado  una señora en bikini. Mi estado zen -o más bien sopor, según como se interprete- se rompe en mil pedazos al observar que el bikini lleva impreso en el culo, la marca del mismo -Billabong.  Peor  es  descubrir -al darse la vuelta- que en letras bien grandes, las palabras «Billa» y «bong» cubren sus manzofarras. Un abuso al buen gusto en toda regla. No pongo la foto por no tener que volver a verlo.

Los picos de las camas, asesinas.

Los picos de las camas, asesinas.

Desde que he llegado a estas tierras, día sí día también me destrozo la tibia con las esquinas de las camas, esas que tienen la plataforma donde se apoya el colchón más ancha que el propio colchón. Los porrazos son cada vez más fuertes y empiezo a temer por mi integridad. No sé si la hospitalización por ataque de cama balinesa está cubierto en mi seguro de viaje…

Lovina, aparte de una playa grande -aunque no de las más vistosas- y los delfines, no és más que un sitio para relajarse, pasear, comer y poco más.

Por la tarde contrato mi transporte hasta Lombok en coche, barco y moto y me voy a disfrutar de la happy hour a la playa. Bueno, en realidad no. Resultó no ser lo era happy hour. El reloj del móvil decide marcar una hora que no se corresponde con la real.  Obviamente me cobran más de lo esperado y reclamo enérgicamente. No me queda más que poner cara de póker cuando me doy cuenta de que en realidad soy yo el que estoy equivocado con la hora. Pago lo que me corresponde, ofrezco mi mejor disculpa y me voy. Me quiero fundir.

El atardecer, como siempre, en cualquier rincón del mundo… precioso.

A las 6 de la tarde aproximadamente.

A las 6 de la tarde aproximadamente.

 

Día 7 – Reencuentro con Ubud.

El trayecto entre Lovina y Ubud, ha sido de lo más tranquilo. El chófer, sin necesidad de hacerlo me ha ido contando cosas de las que íbamos viendo. Nos hemos cruzado con un funeral, y porque no íbamos solos, si no te aseguro que le hago parar para verlo.

Tres, cuatro y hasta cinco personas en una moto, lo más normal.

Tres, cuatro y hasta cinco personas en una moto, lo más normal.

Para cuadrar el transporte hasta Lombok, he tenido que hacer noche en Ubud. Volver allí me ha servido para darle una segunda oportunidad al lugar. Y en efecto, he descubierto que Ubud es mucho más que las cuatro turistadas del centro con las que topas cuando llegas. Me hubiera gustado quedarme allí unos cuantos días para disfrutar más de los paseos por los alrededores, las callejuelas llenas de casas y templos entre la vegetación.

Alrededores de Ubud.

Alrededores de Ubud.

Caminos que no terminan para pasear. Me fascina ese color verde.

Caminos que no terminan para pasear. Me fascina ese color verde.

Curiosa oruga...mejor no molestarla demasiado...

Curiosa oruga…mejor no molestarla demasiado…

Paso el día paseando y perdiéndome por las calles más alejadas del pueblo. Sigo un camino solitario entre cocoteros y cultivos que en un rato se llena de adolescentes y preadolescentes que van por allí para fumar a escondidas. Lo más divertido es cuando los adultos les regañan enérgicamente por fumar, cuando ellos están haciéndolo delante de ellos las 24 horas del día.

Uno de los muchos patios interiores de una casa dedicados a los dioses.

Uno de los muchos patios interiores de una casa dedicados a los dioses.

He comido los rollitos primavera más ricos que nunca he probado. La foto, como otras muchas de este viaje, ha salido fatal. Me ha faltado concentración con la cámara.

Coincido en el café -del que no es que no me acuerde del nombre, sinó que no lo tiene- con un australiano que lleva allí un par de semanas. Se le ve radiante, encantado con aquel lugar. Me comenta lo importante que es para él descubrir que aun hay lugares en los que puedes dejar el iPad o la cartera encima de la mesa del restaurante, volver en una rato y estar seguro de que seguirán allí sin que nadie los haya tocado.  Me doy cuenta, de que viniendo de Barcelona, me es muy difícil quitarme esa tensión continua que me hace estar alerta en cuanto a mis cosas. Ya sabes, comprobar continuamente la cartera y el móvil en los bolsillos, la bolsa con la cámara …etc.

Si quieres puedes seguir leyendo el diario del viaje en el siguiente post.

Bintang, la cerveza por excelencia.
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Indonesia - Diario de viaje 1 (Bali)

Desembarcando en Lombok.
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Indonesia - Diario de viaje 3 (Lombok)

7 comentarios

  1. […] quieres puedes seguir leyendo el diario en el siguiente post. Share Publicado:25/09/2013 Categorías:Indonesia Etiquetas:Diario de viaje Indonesia  5 […]

  2. Alejandro Raele
    15 octubre, 2013 a 19:37 — Responder

    Que buenos recuerdos de mi viaje a Bali!!!

  3. rocio
    11 noviembre, 2013 a 12:53 — Responder

    Por fin alguien relata su experiencia tal cual.(me gusta ami)
    para mi esperado viaje sera mi diario.
    Gracias

    • 23 diciembre, 2013 a 10:23 — Responder

      Gracias Rocío, me alegra te inspire para tu viaje. Espero seguir contando más sobre Indonesia.

  4. Mara
    24 marzo, 2014 a 15:29 — Responder

    Me ha encantado como relatas tu paso por Indonesia. Me atrae mucho la idea de viajar por aquel lugar. Te seguiré leyendo, esperando encontrar mas relatos de tus viajes. Un saludo y a disfrutar !!!!

  5. 11 abril, 2016 a 21:11 — Responder

    Me gustan muchos tus relatos! Estoy buscando blogs para preparar mi próximo viaje a Indonesia y el tuyo es una artá reír xD Me gusta tu sentido del humor y como explicas las cosas. Saludos desde Barcelona!

    • 19 abril, 2016 a 2:58 — Responder

      Muchas gracias Juan. Lo tengo ahora parado por motivos externos que me abosorven el tiempo. Pero pronto volveré a publicar.

      Saludos.

Responder a Juan García Gallego (Fofi Jones) Cancelar respuesta

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