He podido dormir bastante bien, sin el aire acondicionado porque los apagones no han dejado de sucederse toda la noche. Bien a pesar del escándalo de músicas y coches de la gente que se reunía en el malecón durante la noche. Es la costumbre. Cada día, después de cenar, salen los grupos de amigos o familias enteras para reunirse a pasar el rato, charlar, bailar en la calle y sobre todo tomar (beber). Aprovechan algún coche tipo ranchera o incluso usan los autobuses o camiones para ir cargados hasta la bandera, a pasarlo bien. Os recomiendo que llevéis tapones para los oídos si sois de los que os molesta el ruido.
La música atronadora ya suena en todas las tiendas de la calle de al lado. ¡Son las 7 de la mañana! Vayaaaa… Desecho la idea de dormír durante mis vacaciones, porque por lo que me cuentan y confirman las gentes que me voy encontrando, esto de la música a todo meter todo el día, en la calle, en el bus, en el coche… está incrustado en el pueblo venezolano. Venezuela es, ante todo ruidosa. Resulta que al abrir las tiendas, lo primero que hace cada una es sacar los enormes altavoces a la calle y poner su propia música. Eso una tienda, y la otra y la otra… el escándalo en Chichiriviche a las 7 de la mañana está garantizado.
Me aventuro a descubrir las empanadas fritas con el café aguachirri (largo, en Venezuela) en un puesto callejero. Son un poco grasientas pero muy ricas. Como mi dieta de desayunos se basara sólo en esto, iba a salir redonde del país.
Sabía que tenía que localizar las lanchas en el embarcadero Virgen del Carmen para ir a pasar el día a los cayos (islas de pequeño tamaño) y compartir el precio del alquiler entre todo un grupo, para que salga más barato. Los precios que se marcan son por embarcación (8-10 personas), así que si lo compartes sabl bastante económico. Dependiendo de lo lejos que esté el cayo, cada barca puede costar entre aproximadamente entre los 10 y 30 BSF por la ida y la vuelta, y se paga (aunque no seimpre) todo por adelantado.
Si no lo véis claro, como yo, podéis ir prontito (antes de las 8:00h) al Hotel Caribana donde te puedes apuntar en algún grupo del hotel. Además tienen una camioneta que se encarga de llevar y traer a los turistas (todos venezolanos menos yo) desde el hotel al embarcadero y luego por la tarde te vuelven a dejar en el hotel. Algo muy práctico para aprender cómo funcionaba todo aquello. Así que me apunté a mi primera excursión al paraíso caribeño: Cayo Sal.
En Venezuela olvidaros de chalecos salvavidas o patrones de lancha titulados o regulados legalmente. Con suerte tu lanchero no será un chaval de apenas 17 años y los chalecos están, pero guardados, no sea que se mojen… Sólo si la cosa se pone fea te hacen ponértelo, así que tiembla si te dicen que te pongas el chaleco salvavidas.
La llegada a Cayo Sal me inundó de sensaciones. El trayecto en lancha (algo que no haces habitualmente), la luz y color del agua y la arena eran desconocidos para mí. Era increíble. Las arenas blancas, las palmeras de un verde intenso, el silencio y las playas de un color truquesa espectacular…
Convenimos la hora a la que te tiene que venir a buscar la lancha para llevarte de vuelta al pueblo y me quedé con la duda sobre su seriedad y el acto de fe que supone confiar en alguien que no conoces a que te venga a buscar a una isla casi desierta en medio de poca cosa. Bueno, fueron sólo recelos de europeo, porque como pude comprobar por toda Venezuela, este trabajo es algo que se toman muy en serio. Y no sólo te vienen a buscar a la hora con puntualidad suiza, si no que se quedan literalmente con tu cara y se esperan y buscan si les falta alguien. Si te despistas y no te encuentran, avisan a algún compañero para que te recoja en otra lancha. Eso me tranquilizó.
Enseguida noté que el sol quemaba de una forma a la que no estaba acostumbrado, y eso que soy de playa e iba ya con mi moreno de casa (¿moreno?). Así que crema de protección con factor bien alto para evitar sustos. Entendí por qué te recomiendan que alquiles una sombrilla. Por pocas horas que estés allí, tener algún sitio donde resguardarte es bueno. Yo como vi que habían palmeras y zonas con sombra no la cogí.
Al mediodía, me lancé a la aventura de comer en el chiringuito de la playa donde, a simple vista, y según mi patrón europeo, las medidas de sanidad no eran las más adecuadas. Pero tenía que ir acostumbrándome. La verdad es que valió la pena. Fue todo un descubrimiento. Me hicieron un pargo asado con patacones (plátano macho frito) y una ensalada de col con salsa rosa. La salsa, en principio me alarmó, pero me lo comí todo a ver qué pasaba.
El patacón también te lo pueden ofrecer como Tostón, dependiendo de la zona del país. Pues pasó. Pasó que estaba todo buenísimo y en perfectas condiciones. Es la comida que mejor recuerdo de todo mi viaje.
Como sucede cuando viajas solo, conocí a unas chicas la mar de divertidas con las que coincidí también en los días sucesivos. Al enterarse de que viajaba solo por el país, como también me repetirían en otros lugares, me dijeron ¡Chamo tu estás loco!
El mito del Caribe y la imagen de mujer venezolana operadísimas corriendo por las playas, es absolutamente es falso. Gente normal y corriente. Elianai, su hermana y sus dos amigas, no eran en abosoluto talladas por ese patrón, y quizá por eso nos lo pasamos tan bien. Su sentido del humor es algo que recuerdo con verdadero cariño. Luego ya me confirmaron que es en Caracas y en determinados círuclos por donde se mueven este tipo de mujeres. Yo, no ví ninguna. ¿me movería por los círculos equivocados?
La gente de venezuela, no suele viajar mucho de vacaciones. Sólo a algunos sitios como Morrocoy, Choroní o Mochima, están al alcance de sus bolsillos y quizá más en Navidad que en verano.
Hubo algo que me sorprendió, y me dio cierta pena. En un entorno con esas arenas blancas tan espectaculares, la playa estaba llena de basura. Multitud de chapas de las botellas de cerbeza, restos de vasos y platos de plástico… Cierto es que hay papeleras, pero lo que no entra en la bolsa, en la arena se queda hasta nadie sabe cuando. Esto es obra y gracia de su bienamado Presidente. Chávez, en los últimos años se ha dedicado a desmontar la infraestructura turística del país (muy potente hasta hace algunos años). Así ha sido hasta tal punto que ni este parque, en el que no hay rastro del imperialismo, ni nada que se le pueda parecer, y prácticamente sólo van de vacaciones los venezolanos, ya no hay empleados para limpiar la basura de las playas. Sólo para recoger la basura que hay en las bolsas. Así se explica la inyección del tétanos que me obligaron a ponerme antes de viajar para allá…
Mi primera impresión con el Caribe… ¡Estupenda, oiga!.
13 comentarios
[…] segundo día, fuimos a Cayo Sombrero. Después de Cayo Sal, es el más grande y alejado. También elegí ir con el grupo del hotel, por eso de la comodidad […]
[…] Parque Nacional Morrocoy. El descubriendo el patacón. […]
[…] 3 – Parque Nacional Morrocoy. El descubriendo el patacón. […]
[…] 3 – Parque Nacional Morrocoy. El descubriendo el patacón. […]
Buenos dias quiero saber con quien puedo hablar para comprar un paquete o como me tengo que manejar.
Hola Silvia, no te puedo ayudar. Intenta contactar con el Hotel Caribana de Chichiriviche a ver si te puede orientar. No tengo más información. Un saludo.
soy Venezolano, puedo contactarles numeros telefonicos de diversos hoteles de la region. asi como darles algunos tips. El dia viernes estare nuevamente por este maravilloso lugar y espero poder compartir mi experiencia con ustedes.. saludos
Gracias Jorge por tu ofrecimiento. Un saludo!
Hola! como estas? soy argentina y estoy planeando ir con mi novio en 10 dias a Chichiriviche, nos esta costando mucho encontrar un Hotel «en condiciones» y con servicio decente. En trip advisor todos tienen muy malos comentarios.
Que me podes contar vos de esto?
Hola Noelia,
El nivel de servicio que puedes encontrar por allí no es comparable al que puedes exigir en Europa o en otras muchas partes del mundo. Allí la infraestructura hotelera y el personal no está siempre cualificado. Lo mejor es que centres tu atención en lo que hay fuera del hotel que en él mismo. En Chichiriviche, el hotel Carivana era de lo mejorcito. Intenta ver si está todavía abierto.
Un saludo.
Hola! Soy Venezolana, caraqueña. Me encuentro con este blog y no parare de leerlo, me ha atrapado, mucha risa tu forma de contar tu vivencia con nuestra cultura, que como venezolana debo reconocer algunas cosas son lamentables. Espero no la hayas pasado mal en mi pais, y que te hayas llevado bonitos recuerdos.
Hola Manoli, disfruté mucho de tu país y tu gente. Son una maravilla. Me llevé montañas de buenos recuerdos.
Me ha encantado que te haya gustado Venezuela en general, nuestras playas paradisiacas del Caribe encantan a cualquier y estamos orgullosos de ello.