Las Cameron Highlands son para los malayos, un lugar de reposo y divertimento entre montañas para disfrutar de un clima fresco, lejos del sofocante calor del resto del país. La altura y la vegetación crean lo que para muchos es la reproducción perfecta -eso dicen- del clima británico. El tiempo en el que Malasia fue colonia británica ya queda lejos, pero en estas tierras se sigue respirando la influencia (no siempre negativa) de colonización. Las plantaciones de té de las Cameron Highlands es una de ellos.
Paisajes inmensos y verdes llenos de arbustos de plantas de té forman unas vistas impresionantes. No importa si está nublado o llueve, lo que uno ve allí, es siempre bello… Bueno, si obviamos el detalle de que tuvieron que arrasar la jungla para poder cultivar la tierra, claro.
El territorio se descubrió de casualidad, cuando Sir William Cameron las encontró tratando de definir unos mapas de la región que le habían encargado. Las montañas y elevación del terreno llamó la atención de quienes allí llegaron y pronto se plantearon experimentar en aquella tierra para confirmar su idoneidad para el cultivo. La humedad y la tierra fértil auguraba el lugar perfecto para ser dedicadas a la agricultura. Y así fue.
Aparte de otros cultivos como el de la fresa, lo que más fama da a las Cameron Highlands son sus plantaciones de té. En ellas, uno puede perderse entre arbustos, recortados y recolectados con formas redondeadas. Como si de un enorme campo de musgo, las plantaciones se extienden más allá de las llanuras. En algunas zonas, la plantación suben por las laderas de las montañas en un equilibrio vertical imposible que muchas veces acaba en deslizamiento de tierras. Uno de los mayores problemas de las Cameron Highlands.
Para visitar en modo borrego, tienes las plantaciones de té de la compañía Boh. Una de las más famosas y concurridas por los turistas. Su enorme mirador sobre la plantación tiene unas vistas espectaculares. Su degustación de pasteles y tés le hacen la competencia. Aquí además uno puede desencantarse viendo la fábrica de té. Quizá te imagines unos enormes secaderos de hojas de té, trabajo artesanal y tradición, pero en realidad todo se reduce a un par de máquinas que rompen, fermentan y secan las hojas de té en apenas 2 horas y media, luego una secadora hace el resto y lo deja listo para ser envasado. No hay más.
Si prefieres algo menos concurrido, tienes una gran plantación de té en dirección sur desde la población de Tanah Rata. Junto a la carretera, a unos 10 minutos en coche, puedes descubrir el gran mirador que se asoma sobre la plantación de té Barat.
Pero lo mejor de todo -como en muchas ocasiones- es escaparse de las rutas convencionales. En los alrededores de la plantación Boh, de camino al Mossy forest (bosque de musgo) encontrarás vistas y formas sensacionales. Plantaciones menores y más discretas entre las montañas, mucho menos (o nada) concurridas en las que puedes disfrutar de un bonito paseo, o de la lluvia, según se tercie.
Sin comentarios