Baja California Sur tiene muchos atractivos para descubrir. Los más obvios son los más explotados, desde el punto de vista turístico. Pero aun hay más y menos conocidos, y suelen quedar fuera del circuito habitual de los turistas. Ahí es donde vas a encontrar lo mejor de tu viaje.
Una buena manera de encontrar estos rincones es alquilarte un coche. Eso hicimos para hacer nuestra ruta entre Los Cabos y el Parque Nacional de Cabo Pulmo.
Por apenas unos 700-750 pesos en la empresa Budget (unos 55 dólares) tendrás la libertad de perderte por donde te de la gana. Me gustó mucho que desde el mismo hotel puedas hacer tú el trámite. La empresa te lo lleva y lo recoge del hotel al día siguiente. Así no tienes que andar entregándolo por ahí o dejando las llaves ves a saber dónde. Además tuvimos la suerte de que el coche pequeño por el que pagábamos no estaba disponible y nos dejaron otro más grande. Ya sabes, a caballo regalado…, y si el caballo es grande, pues mejor.
Para una ruta de este tipo, te recomiendo salir pronto por la mañana. Nosotros hicimos una parada para comprar en un supermercado del camino y luego nos tocó hacer toda la vuelta de noche. La verdad es que nuestra intención inicial era la de rodear el parque por la carretera que lo atraviesa, pero eso es imposible hacerlo en un día, ya que la carretera del parque no es tal y tampoco es cuestión de correr el Dakar con un coche de alquiler (por cierto, de cambio automático al que tendrás que acostumbrarte).
Salimos de Cabo San Lucas dirección a San José del Cabo por la carretera de la costa. En todo momento tienes el mar a la vista, excepto cuando llegas a San José del Cabo. Las indicaciones no son muy claras y cuesta llegar al centro histórico. Si te pierdes, pregunta por el «centro histórico». De hecho nosotros tropezamos con él, de casualidad.
Aprovecha para tomarte algo en alguna de sus terrazas y pasear por sus calles. En su plaza central, encontrarás la iglesia de San José y la gran bandera mexicana presidiendo la plaza. Alrededor muchas tiendas de artesanía para curiosear, si te gusta eso de ir de tiendas…
Seguimos ruta hacia Cabo Pulmo hasta adentrarnos en el parque siguiendo la carretera del Cabo Este. Lo que pensamos iba a ser una ruta tranquila por carretera se convirtió en un rally por caminos de tierra y muchos baches que no nos dejó avanzar a más de 30 km por hora. Tengo que reconocer que el pobre coche se portó como un campeón. Y también quedó hecho una porquería por fuera. Cuando planifiques tu ruta, cuenta con volver con tiempo suficiente para lavar el coche – los lavaderos cierran sobre las 19:30h- o la casa de alquiler te cobrará la limpieza y ellos lo limpian de forma mucho más lucrativa que tú, te lo aseguro.
La carretera va desapareciendo en sus primeros kilómetros por la arena que la cubre. Las playas -siempre a tu derecha si vas en dirección norte- son salvajes y solitarias. Bueno no del todo, porque cada equis kilómetros hay como unos puestos de vigilancia con hombres armados que se alegrarán mucho de verte. Casi que mejor no te pares mucho cerca de ellos.
Encontramos grandes casas de estilo moderno diseminadas por la costa. Según nos contaron, parece que muchos millonarios americanos, artistas y actores se refugian por aquella zona para pasar inadvertidos. De ahí la vigilancia armada quizá.
En un punto de la carretera -no recuerdo si había algún letrero- salía una bifurcación hacia la derecha. La cogimos por aquello de descubrir lo que fuera. Llegamos a una zona urbanizada -por urbanizada me refiero a que había más de 4 casas juntas- donde parecía se ubicaba un complejo de lujo. Fuera de él, encontramos una playa sensacional desierta, salvaje y libre de turistas. Bueno, de hecho, el único que allí había se fue al llegar nosotros.
Allí estrené el bañador que me compré en el supermercado -sí me fui a una ruta por la costa sin el traje de baño, así soy yo- aunque poco te puedes bañar en aquellas playas. Está prohibido hacerlo debido a la bravura de sus olas. Pero un remojón con el agua por los tobillos y correr para que no nos llevara la ola, no nos lo quitó nadie.
La playa es también un santuario de tortugas. Van a desovar allí, así que mejor respeta las señales que indican los límites.
Junto a la playa, encontramos el restaurante-hostal-tienda llamado Buzzards -un bed and breakfast, de hecho. Te recomiendo que comas allí un plato de pescado con una cerveza bien fría. Si dudas, deja que Paul -el propietario- te recomiende alguno de sus platos. Mi pescado estaba muy rico y la carne de Quique también. El negocio es familiar. Las habitaciones allí rondan los 80 dolares, aunque mejor consulta su página web. El sitio vale la pena para relajarse, hacer noche y seguir ruta o para hacer noche si decices recorrer el parque con más calma en un par o tres de días.
Tras muchos baches y paisajes llenos de contrastes, llegamos a una playa con pescadores de por allí cerca. Allí nos dimos un chapuzón de despedida antes de emprender el camino de regreso. A esas alturas, ya teníamos claro que no íbamos a llegar al otro extremo del parque. Para eso es necesario un par de días. Echamos de menos poder perdernos unas cuantas horas más.
La vuelta, por el mismo camino que habíamos hecho al venir, se hace de cara a la puesta de sol. Los colores amarillos y naranjas intensos del cielo va dando paso a la negrura del paisaje y las sombras de las primeras estrellas. Fue un atardecer precioso que -ya de perdidos al río por el tema del horario- nos tomamos con la calma e hicimos fotos hasta que no quedó ni una pizca de luz.
En una de esas paradas fue cuando descubrimos la que nos había liado el tío Ortigoza en el maletero del coche. Ortigoza es la marca de la botella de tequila que habíamos comprado por la mañana en el supermercado. El tapón de madera se había abierto y prácticamente todo su contenido se había desparramado por el maletero del coche. El olor a tequila era más que evidente. Si nos hubiera parado la policía habría sido difícil explicar porqué dos gringos iban por aquellos caminos conduciendo un coche alquilado y lleno de polvo. Creo que no se lo comenté a Quique -mi compañero de ruta- pero yo no llevaba ni mi carnet de conducir internacional en regla…
Tras dar muchos botes en la oscuridad y conducir un tanto a lo loco por aquellos caminos de polvo con el olor intenso del tequila dentro del coche, no llegamos a tiempo para lavarlo en ninguno de los lavaderos de San José del Cabo. Por suerte, en una gasolinera, tras llenar el depósito, unas chicas la mar de majas se ofrecieron para adecentarlo. Con un chorrito de agua, la mejor de las intenciones y mucha alegría, nos lo dejaron más que presentable a cambio de una propina. Qué majas Nancy y Marisol… Majas, majas…
Ya en el aparcamiento del hotel tocó hacer una limpieza interior y del maletero. El olor a tequila se notaba y tuvimos que limpiarlo como pudimos. Por la mañana, antes de que el mozo de la compañía lo recogiera, lo ventilamos todo bien. El olor cantaba, pero bueno. No pasó a mayores.
Este es el recorrido de la ruta para que te hagas una idea. Unos 80 km aproximadamente. Si tienes tiempo, hazlo en un par de días y llega hasta el extremo del parque. Dicen que vale mucho la pena también.
4 comentarios
Y bueno esas imágenes son muestra de que es un estado hermoso, y unas vacaciones con Fiesta Americana Vacation Club son lo que más puede alegrarme :# yo les recomiendo que vivan la experiencia.
Ese es un destino muy hermoso dentro de nuestro país, me encantaría poder visitarlo pronto, personalmente soy fan de viajar y siempre lo hago con mi membresía Fiesta Americana Vacation Club, les recomiendo mucho algo así si también son amantes de disfrutar un buen viaje
Me gustó la ruta como para hacerla yo misma :D no he tenido la oportunidad de viajar a los cabos pero este plan parece interesante ya que permite ver varias cosas. Eso sí, me quede impresionada con «la casa ricachona» a mi me parece muy fea no?
Los Cabos ofrece un paisaje impresionante donde el desierto se encuentra con el mar. Disfruta de playas de arena dorada, el famoso arco de roca natural en Cabo San Lucas y actividades como el avistamiento de ballenas.