Ir a un safari del cangrejo rey es una oportunidad única que vale la pena aprovechar. Pero antes de contarte más sobre cómo llegamos a coincidir estos bichos y yo en la Laponia Noruega, voy a contarte algunas cosas sobre sus orígenes en esas tierras.
El cangrejo rey es un crustáceo autóctono -y quiero pensar que feliz- del Mar de Bering y las costas de Alaska, acostumbrado a las aguas gélidas de esas latitudes nórdicas. Ahora bien, ¿qué hace el cangrejo rey en aguas de Noruega? Pues como en muchas otras cosas, ha ido a parar allí por accidente, por arte y gracia del hombre. Corrían los años sesenta y la Unión Soviética estaba en todo su apogeo.
Las dificultades económicas y la escasez pesquera de la flota rusa en la zona propiciaron que a algún científico se le encendiera la bombilla: introducir una nueva especie (el cangrejo rey) en el Mar de Barents. El objetivo era dotar de un nuevo producto que permitiera a los pescadores incrementar las capturas y por lo tanto el comercio con sus países vecinos más cercanos. Pero los cangrejos, que tienen seis patas -si no lo sabías ya- y la sana costumbre de caminar, aunque sea por debajo del agua, no se conformaron con quedarse en el fiordo de Murmansk donde los introdujeron. Comenzaron a extender sus dominios hacia aguas noruegas.
La rápida proliferación del bicho en cuestión hacia estas aguas -que debieron gustarle más que las rusas por la velocidad a la que se extendió- acabó amenazando la propia subsistencia de los pesqueros rusos. Si los noruegos podían pescar sus propios cangrejos, los rusos perdían toda posibilidad de venderles sus capturas.
Tal fue el conflicto de intereses que en la actualidad existe un acuerdo de pesca y conservación bilateral entre Noruega y Rusia que pretende regular la pesca y protección de la especie (sólo en algunas zonas) para asegurar así a ambos países un equilibrio comercial en el ámbito del cangrejo rey.
Así pues, este cangrejo es una especie invasora en aguas noruegas que superpobla algunas zonas y el propio gobierno noruego incentiva su pesca. En exceso deteriora el fondo marino y perjudica la pesca de otras especies.
Su carne se cotiza mucho más barata que las demás. El kilo puede rondar los 5 euros, mientras que la de reno puede estar alrededor de los 22 euros. Dada su abundancia y espectacularidad, una de las industrias que está creciendo alrededor de este crustáceo, es la del turismo. Los llamados safaris de pesca del cangrejo rey. Y no te imagines que vas corriendo persiguiendo el cangrejo para cazarlo o que te sientas en un fiordo con una caña a esperar a que piquen. Hay safaris en los que tú mismo bajas a pescarlos buceando en las aguas gélidas. Otros más sencillos y cómodos, en los que sólo vas a recoger la trampa donde han quedado atrapados. Por cierto, ¿los cangrejos se cazan o se pescan?
En mi caso fue un safari en modo cómodo y escaso esfuerzo. El lugar: Honningsvåg. Un pequeño pueblo pesquero situado en el fiordo de Finnmark, a muy pocos kilómetros de Cabo Norte. La empresa que nos prestó el servicio se ocupa de todo. El coste de esta actividad es de aproximadamente unos 90 euros. Si quieres ampliar información y ver qué otras actividades hacen, puedes visitar su web.
Si tienes que elegir uno de estos safaris, asegúrate de que la embarcación tiene la licencia correspondiente y cumplen la normativa. No hay impacto peor que el del turista que por ahorrarse dos duros contrata cualquier cosa sin importarle el daño que puede producir.
Vale la pena que la empresa te equipe adecuadamente para la actividad. No vas a tener que luchar a muerte con el cangrejo, pero aunque sea verano, con la velocidad de la lancha hace un frío de narices. Un mono poco discreto y unos guantes gruesos de goma te servirán para coger los cangrejos sin problemas.
En unos minutos y mucha velocidad, la zodiac se planta frente a la boya donde tienen una trampa en el fondo. El cangrejo rey, cuando es adulto, vive en las aguas más profundas. En la jaula, suficiente para la cena del grupo, hay atrapados cuatro cangrejos. Enormes como nunca los había visto. Inevitable sorprenderse y compararlos con las miniaturas de cangrejos que podemos ver aquí, en el mediterráneo.
Ya en tierra, nos explican más sobre los cangrejos que nos vamos a cenar. Cuesta de creer que una hembra pueda poner hasta 500.000 huevos de una vez y que tan sólo el 17% de ellos llegue a sobrevivir. O cosas tan curiosas como que tienen una pata pequeña extra en la parte trasera, que sólo la utilizan para nadar cuando son pequeños. De mayores, la dejan guardada tras su caparazón.

Uno de los ejemplares. La pinza en primer plano es la que utilizan para romper, la otra más pequeña para comer.
Tras las explicaciones y las poses de turno con los cangrejos, -nosotros ya pensando en la cena- nos muestran cómo matarlos de forma rápida. Por supuesto lo hacen ellos que saben hacerlo. Puede parecer cruel, pero es que ¿acaso al pollo que te comes tú cada día le cantaron una ranchera para que se relajara antes de matarlo? ¡Zas! cuchillazo en el cerebro y troceado en unos segundos.
Del cangrejo rey sólo se comen las patas y parte del abdomen. Cocido a la leña en una construcción típicamente lapona, se nos hace la boca agua y echamos números sobre si a 6 patas por cangrejo y un grupo de 10 personas, vamos a tener patas suficientes para todos… Estamos acostumbrados a las raciones de cangrejo ibérico, claro.
La verdad es que la carne del cangrejo rey es una delicia. Sabrosa y fina. Nada que ver con la poca carne que tienen los cangrejos de aquí. Los muslos, grandes y carnosos, dan para llenarse la boca en cada bocado y repetir hasta acabar lleno de este manjar. Una maravilla a la que no hace falta añadirle ni salsa ni condimentos.
Tras el banquete, de vuelta a enfundarse en el mono y a la lancha para volver a Honningsvåg. Es la mejor hora para seguir disfrutando de ese eterno atardecer que te regala la Laponia Noruega en los meses de verano. Esta foto está tomada justo antes de volver, y son prácticamente las 9 de la noche.
Te dejo también aquí el vídeo para que te hagas a la idea de la magnitud de estos bichos y cómo fue eso de ir de safari a… comer cangrejos. Por cierto, quien aparece al principio a modo de selfie, no soy yo. Son los compañeros de expedición Pakus y Laura que se me colaron en el plano.

He realizado esta actividad por invitación de VisitNorway
7 comentarios
Madre mía, es que es enorme, pedazo de bicho XD Y ¿sólo 5 euros el kilo? ¿Cómo no os trajísteis unos cuantos? Ahí hay mucha chica que comer jajaja… Muy interesante el post, no sabía nada sobre ellos, ahora ya podré meter la chapa con los cangrejos rey en cualquier mariscada jajaja
Un abrazo!
Gracias Laura! la verdad es que no se me ocurrió traerme un kilito de carne de cangrejo envasada al vacío… sitio en la maleta llevaba. En cuanto vuelva lo hago sin falta!
No hay mariscada que se precie si no puedes aportar sabiduría sobre el cangrejo rey…
Abrazo!
El problema será la próxima mariscada mediterránea… con que cara pelaremos nuestra próxima gamba… seguramente suspirando al tiempo que añorando el sabor del Cangrejo Real. Y si… la próxima vez, a rellenar ese espacio con carne de cangrejo! :)
Al menos el marisco de aquí aunque no tenga tamaño tiene unos aromas y sabores espectaculares… Pero efectivament, en el próximo vaije, cangrejazo a la maleta!
[…] Además de las focas, hay también una buena representación de peces y especies marinas del Mar de Barens. Recreaciones del fondo marino y la vida que suele poblarlo. O se me pasó por alto o no estaba allí el omnipresente cangrejo rey… […]
[…] como la pesca del cangrejo rey en muchos lugares de la costa y sobretodo en Honningsvåg, las rutas de montaña y las playas de Sommaroya que bien podrían paracerte a algunas del caribe […]
[…] como la pesca del cangrejo rey en muchos lugares de la costa y sobretodo en Honningsvåg, las rutas de montaña y las playas de Sommarøya que bien podrían paracerte a algunas del […]