Ciudad prohibida, Pekín.

Ciudad prohibida, Pekín.

Por fin un rato de quietud y pies doloridos (que justo ahora están siendo acribillados por los mosquitos) me han dado la oportunidad de parar y contarte lo que he estado haciendo estos días. Mi ruta transmongoliana (Pekín, Mongolia, Siberia, Moscú y San Petersburgo) ya está en marcha.  No lo he podido hacer antes ni mejor, porque la conexión es muy mala y se corta cada dos por tres.

Todo empezó aquel ya lejano día miércoles pasado…

Día 1 y 2

Aeroflot no me ha permitido hacer el checkin online, así que para asegurarme poder coger un asiento en pasillo y delante, me he plantado en el aeropuerto como 4 horas antes. ¿Para qué? Pues para nada, porque no han empezado a facturar hasta una hora y media antes de salir. Mientras tanto he estado charlado con una chica y su hija china que iban a Shanghai. Bueno, una forma de empezar a viajar contando batallitas…

El vuelo hasta Moscú fue un poco movido por las turbulencias, pero como era de noche, pues a cenar y a dormir. Las azafatas rusas, tienen cara de pocos amigos, pero bueno.

El primer patinazo (si no ya el segundo) lo doy en moscú, donde tengo que esperar 7 horas y sólo a mí no se me ocurre ir revisando la puerta de embarque, por si la cambiaban. Pues efectivamente, me dediqué a ver películas en el ordenador. Cuando llevaba 15 minutos más de la hora de embarque y allí no había nadie a Pekín, se me ocurrió preguntar. Efectivamente habían cambiado la puerta de embarque. Un momento de torpeza viajera que tuve que suplir con una carrera hasta el final de la terminal. Y como no, llegar al avión sudado y apestando como también me pasó en el embarque de Venezuela.

Llego a Pekín un tanto removido por las turbulencias y con la impresión de que el personal de cabina del avión estaban cabreados por algo. Qué poco pródigos en simpatía…

El avión llega de madrugada y como pienso que China nunca duerme, pues intento ir al centro en el tren. Pues no. al intentar pasar por deajo de las piernas del operario que estaba subido al techo arreglando la escalera mecánica, empecé a sospechar que aquello no estaba abierto. La alternativa, el bus. Pero el bus tiene el peligro de que no sabes dónde te bajas, por que si algo empezaba a tener claro, es que en Pekín, muy pocos hablan o entienden algo de inglés, así que como para entender los nombres de las paradas que van anunciando. Pues me pasé de parada. En medio de nada, me puse a esperar un taxi para remediar la situación. Ninguno hablaba ni entendía nada de inglés, pero es que tampoco sabían dónde estaba el hostel (y eso que lo llevaba escrito en chino… ¿será por eso?)

Como eran más de las 3 de la mañana, me dan una habitación para mi solo y mañana será otro día. La ducha, como todas las primeras duchas después de un viaje de más de 24 horas, me sabe a gloria.

 

Día 3

Intento hacerme el longuis para que no me cambien a la habitación compartida, pero no cuela. Decido tomar el día como entrenamiento y toma de contacto. Me familiarizo con el metro, compro la tarjeta SIM para el teléfono y ahí empiezan las sorpresas.

No logran hacerla funcionar, más que para revisar el correo, pero no para navegar ni usar las aplicaciones. Además, caigo que aplicaciones como twitter no están disponibles desde China, así que tengo que hacer un invento para saltarme la censura del régimen.

He descubierto (bueno, me han indicado) una calle comercial impresionante, pero no a base de tiendas, si no la calle toda llena de centros comerciales. Los chinos lo hacen a lo grande o no lo hacen. También he descubierto que los chinos hablan a gritos, y parece que están siempre discutiendo.

El cansancio del viaje se nota y termino agotado. Aun una parada más en un parque donde las señoras mayores se ponen a hacer danza.

Día 4

Intento arreglar en la compañía telefónica mi problema con la conexión a internet y paso allí casi una hora, porque nadie hable inglés ni sabe qué le pasa a mi teléfono. Lo siento porque no podré tuitear en directo algunas cosas…

Me resigno y sigo con los planes: visitar la ciudad prohibida. Hace un sol espectacular y con todo el tema, se me olvidó desayunar. Me habían recomendado ir al mediodía, porque así hay menos gente. Pues no quiero saber qué es aquello cuando hay mas gente. Mareas de chinos. Toneladas. Riadas de ellos. Un gentío impresinante y muy pocos extranjeros. No es que sea algo fuera de serie, pero sentirse allí en aquel lugar que tantas veces había visto en fotos, no pasa inadvertido. Achicharrado de calor y comprando botellas de agua como un descosido paso la tarde.

La estampa la toman unas argentinas achicharradas como yo.
La estampa la toman unas argentinas achicharradas como yo.

 

La pateada dura unas 4 horas largas y me ha dado situaciones y gentes muy interesantes y al final, a pesar del calor, he disfrutado mucho. Empiezo a cogerle el ritmo a Pekñin.

A la hora de cerrar, un ejercito de trabajadores van barriendo literalmente a grito pelado. Ya por la noche es patente mi inquietud intestinal. Nada gordo que no se arregle con un buen plato de arroz. He tenido que zamparme otras dos coasa hasta que me han entendido que quería arroz, pero lo he conseguido.

Día 5

Si hay algo que a estas alturas no acabo de encajar, es que en Pekín, nadie te sabe orientar. Nadie te entiende, apenas nadie entiende dos palabras de inglés, y que poco se esfuerzan en intentar explicarte algo o darte alguna indicación. No son desagradables (bueno…) pero es que ni con las frases escritas en chino, te saben decir nada. He tenido momentos de fustración suprema. Y lo de los taxistas, bueno, ya te lo contaré porque es deseperante. Pero qué se le va a hacer, paciendia y adelante.

El plan era irme a la Gran Muralla China. Me planto en la estación de autobuses  (que se llama Estación turística de la Gran Muralla China Jingshailing) y no sé si es que mi acento británico no les ha gustado o qué, pero parecía yo un marciano hablando de la gran muralla china. ¡Y eso que lo llevaba escrito en chino en un papel! . Al final un pasajero se ha arrancado con un par de palabras a contarme que era ya tarde y que de autobús nada de nada. Algo raro raro, porque debían haber autobuses cada media hora, pero bueno, como no lo tenía muy claro y no veía las energías dispuestas a que llegara hoy a la gran muralla, pues lo dejo para mañana.

Me voy hacia el Palacio de Verano y aunque lo voy a ver entre nubes, no deja de ser una maravilla.  He pasado el día pateándome el enorme parque y viendo los palacios (los que se encuentran) mientras intentaba escuchar el audioguía sin demasiado éxito. Y es que aquí las audioguías son automáticas y  se enciende cuando pasas por al lado de un punto de interés. Pero  si no pasas por donde tienes que pasar, pues nada. Así que pocos comentarios he logrado escuchar. Aunque los rincones y los edificions me han gustado mucho. Mucho mejor que la muchedumbre (que también) del la ciudad prohibida.

 

Aparte de eso, he tenido la maravillosa idea de ir con chacletas de goma, por eso de ir más fresco, y he acabadocon los pies escaldados y una ampolla en el pie derecho estupenda para ir maána a patearme los 14km de Muralla China. Otro momento de agilidad mental… Con ampollas en los pies,  e intentando pescar un taxi disponible y que sepa llevarme a algún sitio, me vuelo al hostel. Ni decir tiene que ni pillo taxi, ni nadie sabe llevarme a ningún lado y que me pego un porrazo contra una señal de tráfico al levantar la cabeza, y es que están puestas a la altura de los locales, claro.

Lo que sí son una ricura son los niños chinos. Verlos jugar y hacer el tonto es algo que no hay que pasar por alto. ¿les enseñarán inglés en el colegio?

Pues mientras me rasco los pies (los mosquitos ya han cenado), observo como un chico y una chica de Australia hacen gimnasia a oscuras y en paños menores en el patio del hostel, como técnica abanzada de ligoteo de poca monta. ¡Toma ya! que se apunta un tercero, y ¡un cuarto! ¿Será una costumbre de hostel con la que noe estoy familiarizado? Porque es de noche, que si no te ponía aquí la foto.

Voy cerrando esto para dejarlo todo preparado  y   mañana madrugar para  llegar a tiempo de coger el autobús hacia un lugar que nadie conoce y que según dicen, no llega el autobús. Pero eso ya te lo contaré en otro rato…

PD: Ahora ya son 4 los australianos intentando ligar con la chica mientras le enseñan algunos movimientos de Kárate. De verdad que el aire de Pekín se sube a la cabeza.

 

 

 

 

 

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13 comentarios

  1. 7 agosto, 2012 a 13:43 — Responder

    China es espectacular… pero está llena de chinos :-)
    Cómo me has traído a la cabeza la imagen de la Ciudad Prohibida llena de gente… pero vamos, nada comparado con lo que encontramos en Xian y sus guerreros :-(
    Lo de las audioguías tenía delito. Tenías un plano por detrás con una lucecita que indicaba dónde estabas, pero no iba muy fina… y dependiendo de la «sensibilidad» también cambia. Nosotros íbamos los dos juntos y nunca empezaban el mismo tiempo :-o

    • 10 agosto, 2012 a 15:12 — Responder

      Hola Salta!!

      Bueno todos los puntos más turísticos están saturados de gente claro, y en China, pues más.Las audioguías no son mala idea, lo de ser automático, pero a mi entender le faltan indicaciones en los lugares, y la posibilidad de poder activar la explicación a mano.

  2. 8 agosto, 2012 a 22:42 — Responder

    Qué bueno el relato!! Lo de la gimnasio nocturna no tiene precio, jajaja.

    Un saludo.

    • 10 agosto, 2012 a 15:09 — Responder

      Gracias Alberto por tu comentario. La vida en el hostel siempre te guarda alguna sorpresa…

  3. 29 agosto, 2012 a 8:55 — Responder

    El choque en Pekín es fuerte, a pesar de su aspecto de urbe moderna, que lo es. En la Ciudad Prohibida nosotros tuvimos bastante suerte, había gente, aunque nada de agobio, de hecho tenemos muchas imagenes sin nadie. Y cuántas fotos se hacía la gente con nosotros, ¡por Dios! pero no nos podíamos negar.

    Aeroflot no te deja hacer nada de nada, y desde fuera de Europa menos aun. Y, si las azafatas no son especialmente amables.

    En cuanto al inglés, también nos ocurrió y eso que se suponía que la gente se estaba preparando para las olimpiadas… Muchos, muchísimos taxistas no entiende la dirección aunque este en chino porque… no saben leer. Y dan mil vueltas al papel, lo miran y remiran porque les da verguenza decirlo.

    ayyy, que recuerdos!!
    Abrazos!

    • 3 septiembre, 2012 a 8:54 — Responder

      hola Guisantes!

      suerte que tuvísteis… Y curiosamente, conmigo sólo una chica rusa quiso hacerse una foto conmigo… creo que mi peinado no les gustaba a los chinos. Lo de los taxistas es cierto y es algo que no tuve en cuenta hasta los últimos días en la ciudad. Un detalle importante…

      abrazos!

  4. […] gran viaje del transmongoliano (de Pekín a San Petersburgo) ha sido, sin duda la experiencia del año. 3 países, 3 culturas y […]

  5. 3 enero, 2013 a 16:35 — Responder

    Jajajajajajaja, parece que Murfy sigue a más gente… ;)

  6. […] ya muchos kilómetros  desde que empecé ruta en Pekín y después de disfrutar de Mongolia, me apetecía hacer una parada para, literalmente, no hacer […]

  7. […] hubo un día que abrió todos los poros de mi piel, durante el viaje transmongoliano, fue el día en el que tuve la suerte de ver cómo trabajan los mongoles con los caballos. […]

  8. […] ves, este año me he planteado un viaje con mucho menos recorrido que el del año pasado (transmongoliano) y con muchos menos sitios a los que visitar. También porque sólo tengo 26 días. Me apetece […]

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