Esta plaza circular, epicentro del tráfico de la capital tailandesa, es un punto de referencia en la bulliciosa vida diaria de la ciudad. No es una plaza especialmente bonita, ni vistosa ni decorativa, pero tiene una historia un tanto curiosa.
En realidad, este monumento se construyó en 1941 para conmemorar un conflicto que no tuvo ni continuidad ni final entre el régimen tailandés y la colonia francesa sobre unos territorios de Indo-China. Japón puso orden y lo zanjó a su antojo porque estaba preparando su propia guerra para conquistar parte del sudeste asiático y no le interesaba tener a dos de sus posibles aliados peleándose entre si. Mira que eran buenas personas estos japoneses…
Tailandia acabó ganando algunos territorios que no esperaba y decidió celebrar el fin del conflicto como una gran victoria y levantó el monumento. Poco después, en 1945 tuvo que devolver los territorios ganados a Francia y el monumento a la victoria pasó a ser un tanto embarazoso puesto que ya no había nada que conmemorar. Muchos tailandeses lo ven como un símbolo de un régimen en decadencia.
A simple vista, te puede parecer un obelisco, al más puro estilo egipcio. Y lo es, aunque en esta ocasión el régimen tailandés decidió darle forma a base de juntar 5 bayonetas. Yo por mucho que me fijé, no vi más que un misil, pero dada la fecha de su construcción y lo que conmemora, es obvio que no puede serlo.
En su base, hay 5 estatuas de soldados, que representan las fuerzas armadas, la marina, las fuerzas aéreas, la policía y la burocracia civil (¡toma, toma!) Las 5 pertenecen a un artista italiano que las hizo bajo seudónimo tailandés por esas cosas del aparentar del régimen del momento. Al autor no le gustó ni pizca el conjunto formado por las estatuas y obelisco y decidió bautizarlo como El monumento a la victoria de la vergüenza.
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