Los términos slow food o slow travel definen el gusto por comer o viajar sin prisas, sin estar pendientes del reloj y apostando por la calidad del producto. Así pues, también puede existir el término slow city ¿no? Sea como sea, yo se lo aplicaría a Vitoria. Una ciudad de gran calidad, pensada y hecha con esfuerzo para ser paseada, para ser disfrutada sin prisas.
Durante los días que he podido estar allí, disfrutando de sus parques y también de su gastronomía, he visto como su centro antiguo invita a un tranquilo paseo para observar y aprender de la forma de vida de la gente de la ciudad. Es perfecta para dejarse sorprender encontrando cosas tan extrañas como la escultura de un rinoceronte, una novia que sube por las rampas mecánicas del portalón de la soledad o encontrarte de frente con la mirada pensativa de Ken Follet (quien inspira la segunda parte de su libro Los pilares de la tierra en la catedral de Vitoria)
Puedes empezar tu recorrido por la plaza de la Virgen Blanca (por hacerlo por alguna parte), con su monumento a la batalla de Vitoria de 1813. No te fijes sólo en el global, súbete a ella y acércate a los relieves para ver de cerca los detalles.
La plaza te lleva hasta la iglesia de la Virgen Blanca, con su escalinata y sus enormes arcos que sirven de mirador al bueno de Don Celedón.
Observando la plaza, inmóvil, Celedón es el protagonista indiscutible de las fiestas vitorianas. Éste les da inicio en forma de muñeco que se descuelga por los tejados y se transforma en persona una vez ya abajo (para evitar desgracias mayores) y recorre la plaza mientras los miles de asistentes tienen la obligación (y la tradición) de tocarle.
La Plaza España (o Plaza Nueva según quien te la nombre), es el centro vital de la ciudad. Un hervidero de gente y eventos familiares que comparten un mismo espacio sin la mayor transcendencia de charlar o estar sentado al fresco.
No pasan desapercibidas, las bodas que se celebran una detrás de otra, en el ayuntamiento. Los vestidos y las pamelas se mezclan con los niños jugando a pelota, el bullicio de las terrazas y los curiosos (léase yo) que por allí coincidimos.
Entre callejas, llegas a las rampas mecánicas del Cantón de la Soledad. Las rampas ayudan a la movilidad en una calle ciértamente inclinada que lleva desde la parte baja a lo alto del casco antiguo.
Su ruptura con lo clásico y antiguo de las casas de alrededor son parte de su atractivo. Sus estructura (no absenta de polémica) te llama la atención y acaba gustándote. No pude dejar de hacer un poco el indio y recorrerlas de arriba a abajo en sentido contrario a la marcha.
La Catedral de Santa María (en lo alto del casco antiguo) es un imprescindible de la ciudad. No puedes perder la oportunidad de visitarla en su estado actual.
La reestructuración del tejado de piedra en la avanzada edad media, fueron demasiado para su delgada estructura. Tal peso, le ha llevado al borde del colapso. Por suerte, una ingeniosa reparación a tiempo le va a devolver todo su esplendor y seguridad.
A destacar, la genial idea de mantener abierta la catedral durante el periodo que están durando las obras de restauración. Son ejemplo y campo de estudio para museos e instituciones de todo el mundo. ¡Un diez para quien tuvo la idea!
Otro atractivo del casco antiguo son los murales de fachadas de algunas casas. Grandes obras de arte que no pasan desapercibidas. Unas muestras la tradición de la ciudad, otras símplemente decoran o expresan el arte de quien los ideó. Los colores vivos y los contrastes son su mayor atractivo.
Los museos son también parte de la oferta cultural de la ciudad. El ARTium o el Museo de armas son algunos de ellos. El Museo Heraclio Fournier tiene una importancia especial para Vitoria. Generaciones enteras han trabajado en esta fábrica de naipes y el museo cuenta con una amplia exposición de colecciones y anécdotas relacionadas.
¿Quién no ha pasado largas slow timbas de cartas con una baraja de esta fábrica?
5 comentarios
Pues sí que da para ir despacio, con tranquilidad para saborearla entera.
Es todo un placer pasear por el casco viejo y centro de Vitoria!!
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Slow city pero con mucho encanto! Y nos faltó más tiempo para disfrutarla aún más!!! :-)