Singapur es conocida entre otras muchas cosas por la gran cantidad de hoteles de lujo que concentra. Ciudad de negocios y turismo de perfil alto, tiene entre las joyas de la corona al Hotel Mandarin Oriental. En él, he podido probar el restaurante MELT, otra joya gastronómica de esta interesante ciudad.
El elegante edificio del Hotel Mandarin Oriental de Singapur, se levanta sobre el Esplanade (la zona junto a Marina Bay, frente al distrito financiero) con unas de las mejores vistas del océano, frente al circuito de fórmula 1 y el imponente Singapore Flyer, la noria con vistas panorámicas de Singapur.
El hotel cuenta con 570 habitaciones (ahí queda eso) y todas ellas con unas impresionantes vistas sobre el skyline de Singapur. Entre sus instalaciones cuenta con un espacio semicubierto para hacer yoga, un completo gimnasio, el spa… Pero quizá lo que llama más la atención sean las instalaciones de la piscina, situadas en la quinta planta del edificio. Éstas permiten disfrutar de un relajado ambiente y unas vistas inmejorables. Este espacio ha sido creado por la famosa firma de diseño Buz Design de Hong Kong. Muy interesante por su sencillez y amplitud.
El diseño interior del hotel es otro de sus puntos fuertes. El edificio de 1997 tiene, en su interior, la forma del símbolo de la compañía Mandarin Oriental (un abanico abierto) y es de una elegancia y delicadeza impresionante.
No he podido probar sus habitaciones (por ahora) pero sí el buffet del MELT, uno de los 5 restaurantes con los que cuenta el hotel. El MELT, es un restaurante tipo buffet que por las mañanas ofrece -dicen- el mejor surtido de comidas para el desayuno de Singapur. Al mediodía, ponen toda la carne en el asador y no escatiman en recursos. Los chefs preparan a diario una de las ofertas gastronómicas más amplias y relevantes de la ciudad. Prescindiendo de cartas (excepto para las bebidas), ponen a tu disposición un completísimo buffet para que elijas y pruebes lo que más te gusta.
Para empezar nada mejor que unos makis, sashimi de atún o salmón. Ahumados de pescado y carne, embutidos o ensaladas. En la sección fría me preparo el entrante perfecto. Para seguir -por hacerlo por alguna parte- el marisco. Langostinos cocidos, caracolas, mejillones o cangrejos con las salsas que más te gusten. Encuentro la salsa rosa, sencillamente deliciosa.
En cuanto a los platos principales, puedes elegir (porque es imposible probarlo todo) entre la comida local (asiática), la comida india o los platos western. Para mi gusto, la presentación de los platos es poco vistosa, demasiado funcional. Pero aparte de ese detalle estético, es un buffet muy completo y lo importante es lo que hay dentro de las cacerolas.
Me sorprenden gratamente los mejillones con langostinos en salsa picante (sambal), los mejillones al estilo belga también están muy ricos. Prescindo del sector indio por falta de espacio en mi estómago. Pero tiene una pinta inmejorable. La oferta gastronómica del MELT, se basa en platos representativos de cada una de las zonas geográficas, pero sin pretender hacer florituras ni presentaciones surrealistas. En la sencillez está el secreto.
Tras recorrer medio mundo a través de su gastronomía, aun me queda un hueco. El MELT te ofrece además el stand de carnes. De ahí me quedo con unas fantásticas porciones de Australian Wagyu. Si lo prefieres, también puedes probar los diferentes tipos de pasta fresca que elaboran cada día.
Por mucho que uno coma, siempre tengo un hueco para los postres. O un segundo estómago como lo llamo yo. La oferta de dulces se extiende a lo largo de más de 30 metros de expositores. Al fondo, las frutas y zumos para los que prefieran aligerar el ágape. Misión imposible porque seguidamente me encuentro con una amplia oferta de quesos a la que no me puedo resistir. Quizá para nosotros que venimos de tierras de quesos, no nos llame tanto la atención, pero el queso en Singapur, es uno de los lujos más caros que te puedes dar.
Los macarons y las gominolas de frutas, son una delicia. Lástima que uno tiene decencia (no mucha) y le gusta mantener las formas (tampoco demasiado), porque he estado apunto de pedir llevarme algunos de esos dulces para los que ya no me queda espacio ni en el segundo estómago.
Para finalizar el sector glucosa, pruebo dos de los helados del día. El de mango (muy fino) y el de caramelo salado. Este segundo, es sencillamente espectacular. Una combinación increíble que redondea un gran almuerzo.
Estamos de charla, intentando liquidar las últimas piezas de postre, cuando ya han empezado a recoger el buffet (cierran a las 14:30h). Al poco rato viene una señora a disculparse por el ruido que están haciendo -apenas un poco- y nos pregunta que si preferimos que dejen de recoger para que podamos charlar tranquilamente. Gratamente sorprendidos por el detalle le decimos que no es necesario. Se agradece cuando el servicio es exquisito, sin ser empalagoso ni sobre actuado como en algunos hoteles de Barcelona. Estas cosas son las que marcan la diferencia entre lo pretencioso y el verdadero lujo.
El MELT, al igual que todos sus otros bares y restaurantes, están abiertos al público. Para mi sorpresa, el precio de una comida en este restaurante es de sólo 40€ para el almuerzo y 50€ si vas para la cena. Nada caro si comparas la calidad y los precios de Singapur. En Singapur en cuanto te sales de los puestos de comida local y le ponen la palabra restaurante al garito de turno, no bajas de los 25 ó 30 euros. Si le sumas bebida alcohólica ya ni te cuento.
En definitiva, el MELT te ofrece comida casera, sin florituras innecesarias. Una oferta de gran calidad y el mejor servicio a un precio muy atractivo que hacen honor a la marca Mandarin Oriental.
1 comentario
Carai al ver ese tono parduzco del Pulpo bien parece gallego. De todas maneras como un buen pulpo en cualquier pueblo rural de Pontevedra o Lugo es difícil de igualar