Día 17

No te voy a contar todos los detalles, pero lo de la señora del trayecto entre Pekín y Ulaan Bator fue un juego de niños comparado con lo que he tenido que pasar en el trayecto Ulaan BatoorIrustk. El fenómeno del contrabando multiplicado por 100. Incluso el personal del tren participa del trajín de esconder y redistribur las mercancías por todos los huecos que conocen.

El tren durante las primeras 7 horas fue un frenesí de redistribución de productos para formar equipajes homogeneos. Y es que cada uno lleva un tipo de producto, y se dedica a repartirlo entre los demás, para que no le puedan decir nada en la frontera. Así, nadie lleva mucho de nada, y de todo un poco.

Habí­an rellenado hasta las almohadas con chandals de la Hello Kitty. Intento distraerme paseándome por el tren sacando fotos mientras esquivo gente cargado con mantas, zapatos,… Mongolia está preciosa a esa hora de la tarde.

Tengo las fotos del capo de la operación, pero como no las puedo maquillar, mejor no las pongo, aunque te lo describo: señor con cara de mala leche, gordo, gordísimo (la barriga le colgaba a medio fémur) y con dificultad para respirar. El buen señor daba un poco de miedo…

Hasta que entiendes el proceso te vuelves loco, porque crees que es un tema para recolocar el equipaje en el espacio, y no. Tras 7 horas de intenso trajín en el que tuve que plantarme para que no escondieran cosas en mi cama, llegamos a la frontera. Sabiendo lo que allí había, la tensión era patente. Quien es el guapo que si te encuentran algo le dice al policía, no mire es que esto es de este señor de aquí… Yo era el único extranjero y tenía claro, que no tenía a nadie a quien acudir (el personal del estaba también en el ajo).

Por suerte, todo en regla. ¿En serio no se dan cuenta de que en el suelo hay 12 pares de zapatos, en la percha 8 chaquetas de cuero, 4 bolsos de señora y nosotros somos 4?

La oficial rusa da miedo, aunque es pura apariencia. Creo que hasta le arranqué un esbozo de sonrisa.

Tras pasar la frontera, me subo a la cama y respiro tranquilo (inocente de mí) cuando todo el tren empieza a deshacer lo trajinado para rejuntar de nuevo todas las mercancías. Otras 7 horas de intenso ir y venir de gente, mantas, botas o chandals, zapatillas, calcetines, chaquetas de piel… Por fin, a las 2, hora local (llevábamos 15 horas de no parar) se hizo el silencio y todos volvían a tener sus mercancías. Me  dormí de puro agotamiento.

Día 18

Camino a Irkustk. Hemos cambiado de zona horaria 2 veces y ya no sé que hora es. Desayuno a la 1 de la tarde. El tiempo está lluvioso y muy fresco. El lago Baikal se presenta enorme y sensacional. El tren recorre su orilla entre los árboles y empieza a mostrarme las imágenes del paisaje ruso, bien diferentes a los mongoles.

El plan es pasar 3 días tranquilos en Listvyanka, a orillas del lago Baikal. La verdad es que he tenido momentos de todo, porque Listvyanka no es más que una calle, partida en tres trozos, con poco o nada que hacer en cada una de ellas. Además, el hostel está donde nuestro señor perdió el mondadientes, y llegar lloviendo, de noche y cargado con la mochila, fue el peor de los comienzos.

Por suerte, bajar al pueblo a oscuras y encontrar aun un puesto de pescado ahumado y probarlo me da esperanzas de que no hago mal en estar aquí Dicen que el mejor pescado ahumado del mundo se come en Listvyanka.

Los casi 40 minutos hasta el hostel a oscuras por la montaña tienen guasa, pero las risas con unos holandeses y unas chicas rusas antes de dormir, valen la pena. Después de propinarles con una noche de intensos ronquidos, creo que ya no les he caído también. Tengo flashes de gente achuchándome toda la noche…

Día 19

Paso el día tranquilo descubriendo el pueblo. Tras tantos días de trajín y cambios, me apetecía tranquilidad y poco que hacer. La isla Oklhon dicen que es preciosa, pero en la oficina de turismo me dicen que con el tiempo que hace no vale la pena. Descartada. Hacer el tren que rodea el lago sale por una pasta y hay que volver a Irkust, y otra carrera de fórmula 1 en furgoneta no me apetece. Queda para otra ocasión.

Me queda atiborrarme a pescado ahumado y té caliente. Un plan estupendo para recuperar fuerzas. Hace frío, y las 3 camisetas que llevo se me quedan cortas. A ratos llueve a ratos sale el sol y te pones a sudar. Es magnífico para mi resfriado.

El sol da una tregua y descubro en la calle del fondo un tesoro. El pescado ahumado del mercado está recalentado y no tiene nada que ver con el que está recién preparado.

Algunas señoras lo preparan en una calle secundaria, por las mañanas y es algo espectacular. Para perder el sentido. La señora flipa cuando le pido por gestos, como si jugara al Pictionary, que si me lo puedo comer allí en el patio de su casa…

Listvyanka es un lugar donde la gente pasa el día tranquilo, paseando por la playa, tomando cervezas, brochetas hechas en los puestos de la playa y comiendo pescado ahumado. Observando, me topé con algunas escenas un tanto curiosas. ¿Quién dijo que los tacones de aguja son para la noche?

 

Día 20

El sol está presente desde primera hora. Ya es un ritual, bajar al pueblo, desayunar alguna cosa y tomarse un té.

Hoy me voy en dirección contraria hasta el extremo contrario y encuentro un Listvyanca totalmente diferente. Señorial y mucho más arreglado, más turístico y cuidado. Hay cada casita que quita el hipo.

Con la excusa de usar el wifi de un hotel cercano que llevan unos chinos, he entablado conversación con ellos. Bueno, a golpe de Google translator, porque no llevan el inglés muy fino. El caso es que tienen sauna rusa (Banya) y me invitaron. Allí que me planté por la noche.

Te ponen un gorrito para proteger el pelo, ya que la temperatura puede superar los 70 grados. Y te pegan de porrazons con las hojas de abeto mojadas en agua caliente.

La verdad es que es muy relajante, pero no deja de sorprenderte. El ritual se repite tres veces, y tras cada uno, se sale a la piscina de agua helada y ale chapuzón para fortalecer. Sólo soy capaz de hacerlo una vez. Creo que allí me dejé algo más que el constipado. Es de una impresión enorme.

Entre sesión y sesión, fuera, te sientas encima del gorrito  y a charlar y beber té, cerveza o vodka. Dicen que en las saunas se hacen los mayores negocios de Rusia.

Relajado (eso creo) al hostel y a dormir, que al día siguiente continúo camino hacia Krasnoyarsk para pasar unos días en Siberia conociendo la cultura y costumbres de las gentes del lugar.

 

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16 comentarios

  1. 27 agosto, 2012 a 18:10 — Responder

    ¡Cómo me está gustando leerte JD! El Baikal, el omul, la banya… me traes buenísimos recuerdos. Y las fotos… ¡son preciosas! Se notan las enseñanzas de Rafa! :P

    Un abrazo!

  2. Anna
    28 agosto, 2012 a 11:08 — Responder

    Si quan vam parlar a l’aeroport i m’explicaves el viatge, ja hauria vingut, amb les explicacions que fas encara més. Quedarà pendent fins que la nena sigui més gran. Continua explicant coses que són molt més interessants que el passa aquí.
    Endavant….

    • 3 septiembre, 2012 a 8:48 — Responder

      Hola Anna,

      tu vas ser la primera persona amb la que em vaig creuar al meu viatge. Gràcies per compartir aquella xerrada amb mi mentres esperàvem a que obrissin el mostrador per facturar. Segur que la nena agrairà de gran tot el que fas per a que no oblidi les seves arrels xineses. Una salutació!

  3. 29 agosto, 2012 a 9:26 — Responder

    Pareces el correo del zar… :))
    Que buena pinta tiene la sauna, aunque lo de los porrazos con ramas de abeto, no se, no se.

    Abrazos!

    • 3 septiembre, 2012 a 8:57 — Responder

      Guisantes, si tienes en cuenta que el gorrito lo usan para sentarse encima al salir de la sauna pues…

  4. 1 septiembre, 2012 a 12:54 — Responder

    Asignatura que tinc pendent: el Transmongolià.
    Llegin-te i veient les fotos… encara li tinc més ganes!!

    Salutacions!

    • 3 septiembre, 2012 a 8:58 — Responder

      Merce, doncs ja saps…motxilla i ganes de tren i experiències!

  5. 4 septiembre, 2012 a 19:49 — Responder

    Hay que ver como se lo pasan en los trenes de allí… menudas aventuras.

  6. 4 septiembre, 2012 a 20:03 — Responder

    Hay que ver como se lo pasa la gente en los trenes por esos lares… jejeje

  7. 7 septiembre, 2012 a 23:01 — Responder

    Recuperando el tiempo, que nuestras vacaciones se nos han solapado y acabé por perder el ritmo :-)
    El slow travel llega a su máxima expresión en Listvyanka, ¿no? Incluso en un pueblo «perdido» en Rusia siempre es mejor comer en las calles que están alejadas de la principal ;-) qué gran enseñanza de la globalización! jajaja

    • 9 septiembre, 2012 a 21:17 — Responder

      Salta! no lo había pensado pero en realidad sí que ha sido slow travel durante tres días, y la experiencia vale la pena. Querer ver muchas cosas e ir a muchos lugares nos hacen perder muchos detalles por el camino…

  8. 8 septiembre, 2012 a 21:06 — Responder

    Me descojoné con lo de los ronquidos; es una buena forma de perder amigos.

    En la frontera entre Brasil y Argentina pasa algo similar con el contrabando y creo que la policía aquí era lo mismo: se da cuenta pero alguien del tren le habrá hecho un «favor» que luego pagan entre todos

    • 9 septiembre, 2012 a 21:19 — Responder

      Arol, el tema del ronquido es un problema que no logro solucionar si estoy muy muy cansado, y ese día pobres, les tocó el premio gordo…

  9. 9 septiembre, 2012 a 22:48 — Responder

    Esto del trapicheo entre fronteras está por todos lados!!! Y lo de los guardias pagados idem…. Genial la sauna y la foto!! Eres un fenómeno JD!! :-)

    • 10 septiembre, 2012 a 7:44 — Responder

      El trapicheo me pilló desprevenido, no era algo con lo que contaba jeje

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