Cuando Sir Thomas Standford Raffles se plantó en 1819 en lo que decidió sería el puerto comercial para el imperio británico, poco se imaginaba en lo que se iba a convertir aquella isla. Singapur es una ciudad estado (una de las tres únicas en el mundo), un país pequeño pero con una de las economías más potentes del mundo. Si la comparamos, la economía de Singapur es unas 225 veces más potente que la de España. Su situación estratégica en el extremo de la península de Malasia, la ha convertido en el puerto internacional más fuerte de toda Asia. Se entiende entonces, que aquí se concentren los bancos y empresas más importantes.
El centro financiero es una ajetreada y bulliciosa área de la ciudad de Singapur, que nadie debería perderse en un soleado domingo por la mañana. Empezar a recorrerlo desde el hawker Lau Pa Sat (en la esquina de las calles Cross St. y Raffles Quay St.) es una buena forma de conocerlo. El edificio que reúne gran cantidad de restaurantes de comida local, es de estilo holandés y resalta sobre las moles imponentes que se levantan a su alrededor. Estás en pleno distrito financiero de Singapur y empiezas a ser consciente de los contrastes que tiene esta ciudad.
No sabría decirte qué ruta seguir. Sólo que me dejo llevar por lo que reclama mi mirada y aguantan mis cervicales. Moles de cemento y acero, cristales y reflejos que captan mi atención sin necesidad de tener que estar muy pendiente del tráfico. Es domingo y apenas hay movimiento. No todas las ciudades con gran concentración de este tipo de edificios, lo hacen con tanta armonía y amabilidad como Singapur. Añádele un inmaculado mantenimiento de las fachadas y unas calles impolutas. Puedo decir sin miedo que estas moles son bonitas. Amables a la vista e incluso agradables para pasear.
Singapur creó su centro financiero gracias a un plan estratégico en el que las necesidades de las empresas y las de los ciudadanos han iban de la mano. O al menos eso cuentan en la Singapore City Gallery (exposición, por otra parte, imprescindible para entender esta ciudad). Parques entre edificios y espacios para el ocio y relacionarse tras el trabajo. En domingo, los numerosos centros comerciales son los que aglutinan el poco público que se acercan hasta esta parte de la ciudad. Las oficinas, aunque no todas, están vacías.
No podrás evitar sufrir de cierto dolor de cervicales tras unas horas paseando entre rascacielos. La sensación de pequeñez que se siente y la cantidad de propuestas arquitectónicas que aquí se pueden encontrar no pueden ser captadas por la cámara fotográfica. Ni siquiera con el gran angular. Hay que patearlo y perderse en él para saber de lo que te estoy hablando.
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