Vistas desde la playa de Phra Nang Cave Beach

Vistas desde la playa de Phra Nang Cave Beach

Los atardeceres son unos de los momentos preferidos en mis viajes. Hay quien no le gustan porque se les antoja tristes o les produce melancolía. Para mí son todo lo contrario. Es como si fueran un regalo o una traca final en un día lleno de cosas interesantes. Son un momento para parar y no pensar en lo que has hecho, ni pensar en lo que harás luego o en los próximos días.

Durante mi viaje a Tailandia pasé por Rayleh, una pequeña península en la costa de Krabi. Allí, llegué paseando a la playa de Phra Nang Cave Beach, donde pude disfrutar uno de esos momentos especiales al finalizar la jornada laboral del sol en aquellas latitudes. Uno de esos momentos que sin duda, marcaron aquel viaje y que recuerdo siempre al ver otros atardeceres.

Happy island.

Happy island.

En la playa, enorme y con muy poca gente alrededor, me planté a observar los colores y luces que se iban sucediendo. Frente al peñón que hace reconocible a aquella playa, la llamada Happy Island -Isla feliz- empecé a sentirme cada vez más contento de haber tropezado con aquel momento. Había recorrido Tailandia desde el norte -y no era consciente en aquel momento- pero no me había parado a observar ningún atardecer. Estuve más de 17 días de viaje y no me había parado en ninguno de los 17 atardeceres anteriores. Pero ahora lo había hecho, casi por casualidad. Sin demasiada intención.

Recuerdo que eché de menos a mi familia. Eché de menos poder compartir aquel instante con ellos, con alguien más. Pero estaba allí, solo con apenas otras veinte personas -que no conocía- en una playa enorme. Así que aparte esos pensamientos de soledad de la cabeza y me centré en lo que sí tenía: el mundo a mis pies.

Al ponerse el sol definitivamente, sentí ganas de aplaudir, pero no lo hice.  Por aquel entonces me reprimía mucho más de lo que lo hago ahora y dejé pasar aquella oportunidad. Y siempre me he arrepentido de no haberlo hecho.

Aquel silencio, aquellos olores, aquellas luces de atardecer quedaron fuertemente impresas en la memoria del paseante -yo-, como quizá el atardecer más especial que nunca había vivido hasta entonces…

 

Nota: el orden de las fotos es tal cual sucedieron cronológicamente.

 

Salidas con indicaciones para taxis, bus y trenes al centro de la ciudad.
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2 comentarios

  1. 10 enero, 2014 a 20:45 — Responder

    Preciosas fotos !!! Todo un lujo para la vista. Enhorabuena por ellas, Saludos ! ;)

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