Tromsø, la ciudad más al norte de Noruega con mayor población. 70 mil habitantes.

Tromsø, la ciudad más al norte de Noruega con mayor población. 70 mil habitantes.

Cuando una ciudad como Tromsø (Noruega) tiene el clima y localización geográfica que tiene, no le queda más remedio que adaptarse y sacarle el máximo provecho. El entorno natural de Tromsø marca el ritmo en las actividades de su población. Sobretodo el frío y la falta de luz en invierno. Pero sus habitantes ya están acostumbrados a estos rigores climatológicos y no dejan que el clima o la falta de luz solar les impida moverse y practicar actividad física (en el exterior se entiende).

Tromsø tiene un invierno relativamente cálido respecto a sus vecinos de más norte. Con tan sólo 6.5 grados negativos de media en invierno, esta ciudad vive siempre que puede, de cara a su entorno natural. No hay más que echarle un vistazo al plano de Tromsø para ver que está recorrida por multitud de circuitos de esquí nórdico. Moverse de esta manera en invierno es mucho más saludable que coger el coche o el transporte público. También cuenta con estación de esquí alpino a tan sólo 7 kilómetros del centro a la que puedes llegar en autobús.

Pero llega el buen tiempo y las temperaturas cálidas de la primavera y el verano. El paréntesis de temperaturas y nieve que suele ofrecer el verano, es perfecto para seguir practicando deporte. Si lo hacen en invierno, aun más en con el aumento de temperaturas y la luz interminable que proporciona el sol de media noche.

Los circuitos urbanos de esquí, se transforman en vías de paseo para caminar o correr y por supuesto ir en bicicleta. Pero el punto fuerte de toda la actividad veraniega en Tromsø se concentra en su parte continental. En la montaña de Fløya. Para llegar allí muchos inician su carrera en el centro de la ciudad cruzando el Tromsøbrua, para seguir luego la ascensión de la montaña.

El puente que une la isla de Tromsøya con la parte continental de Noruega.

El puente que une la isla de Tromsøya con la parte continental de Noruega.

El Hurtigruten acabado de salir de Tromsø continuando su ruta hacia el norte de Noruega.

El Hurtigruten acabado de salir de Tromsø continuando su ruta hacia el norte de Noruega.

El Tromsøbrua es el puente que une la isla de Tromsøya con el continente. No pasa inadvertido. Su longitud y gran altura permite el tránsito del Hurtigruten y otros barcos de gran calado y altura sin necesidad de abrirlo o cerrarlo al tráfico. Traspasarlo a pie es ya de por si una experiencia interesante. Y si tienes la suerte de ver pasar el Hurtigruten por debajo de tus pies desde el punto más alto del puente, has triunfado. Las vistas de Tromsø desde el puente, bien valen la caminata. Desde el centro no tardarás más de 30 minutos en cruzarlo y llegar a la Catedral Ártica..

Catedral Ártica, al final del puente, cerca del pie del funicular.

Catedral Ártica, al final del puente, cerca del pie del funicular.

En verano los habitantes de Tromsø y muchos visitantes, aprovechan las horas del sol de media noche para subir a la montaña. Muchos para hacer deporte (los locales) pero también para encontrarse con los amigos y disfrutar de un sensacional sol eterno. Ten en cuenta que este fenómeno se puede ver hasta mediados de agosto solamente.

Como te decía, hay quien sube a pie la montaña. Para hacerlo existen dos opciones. El camino largo que sale desde el pie del funicular -da muchos rodeos y resulta más largo- aunque es preferible si no estás demasiado en forma. Los más atrevidos, eligen subir en linea recta (aunque parezca imposible viéndolo desde abajo) por debajo del tendido del teleférico. En días de lluvia, el barro y los resbalones están asegurados, aunque eso no desanima a muchos de hacerlo.

Los menos osados, aunque también suban a hacer deporte, optan por utilizar el Fjelheis. El teleférico, vamos. Puedes llegar hasta él siguiendo las indicaciones que hay justo frente a la Catedral Ártica, al final del puente o coger el transporte público. Desde el centro, el autobús número 26 te deja casi en la puerta del teleférico.

La mejor hora en verano para hacer este recorrido y subir a la montaña es por la tarde-noche. Quizá entre las 6 y las 11 de la noche. Ten en cuenta que en verano no se pone el sol y tienes toda la luz que necesites si optas por subir o bajar andando.

El teleférico de Tromsø sube (y por ende también baja) cada hora. Su última subida es a las 11:30h de la noche y la bajada a las 12:30h. Así que si vas al concierto que hacen cada noche en la Catedral Ártica, estás a tiempo de subir, ver el sol de media noche, las sensacionales vistas de Tromsø y luego bajar en el último viaje.

Teleférico con la ciudad de Tromsø al fondo.

Teleférico con la ciudad de Tromsø al fondo.

Los habitantes de Tromsø suben allí en sus ratos libres para encontrarse con los amigos y sobre todo para practicar deporte. Correr por aquella montaña es una delicia. Y es que en Noruega, caminar, correr o subir montañas es la mejor forma de mantenerse en forma. La edad no importa. Sólo la naturaleza y mover el cuerpo, sea en la modalidad o intensidad que sea.

Quienes bajan, lo tienen más fácil.

Quienes bajan, lo tienen más fácil.

Mirador en la estación del teleférico, arriba en la montaña de Fløya.

Mirador en la estación del teleférico, arriba en la montaña de Fløya.

Las vistas son lo primero que te van a impresionar en cuanto llegues arriba. Estás a más de 400 metros sobre el nivel del mar. El puente que acabas de cruzar para llegar al funicular queda allí abajo, tan lejos… la Catedral Ártica… Todo se empequeñece, sobretodo el que observado.

El mismo escenario por la noche, con esa luz fantástica del atardecer que no acaba nunca.

El mismo escenario por la noche, con esa luz fantástica del atardecer que no acaba nunca.

El sitio es perfecto, a última hora para parar y símplemente observar. Formar parte del espectáculo.

El sitio es perfecto, a última hora para parar y simplemente observar. Formar parte del espectáculo.

Quienes suben caminando allí dejan una piedra por los caminos en señal de que allí estuvieron.

Quienes suben caminando allí dejan una piedra por los caminos en señal de que allí estuvieron.

Si coges el último teleférico para bajar, no te espantes si el aforo máximo de la cabina se duplica y sube mucha más gente de la permitida. Tampoco si el encargado de la cabina se tambalea un poco en sus movimientos o si los parroquianos van más felices que cuando subieron. Es que la belleza del lugar, se le sube a la cabeza a cualquiera. Si sufres de claustrofobia o tienes miedo a las alturas ya ni hablamos ¿no?

Visité Tromsø por invitación de la Oficina de Turismo de Noruega.

 

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2 comentarios

  1. 27 abril, 2015 a 11:01 — Responder

    Uy por dios esa última foto! Haberme avisado que estaba tan cerca del precipicio! Grandes recuerdos de Tromsø.

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