Cerveza y pescado ahumado a orillas del lago Baikal (Rusia)

Listvyanka es un pequeño pueblo  a orillas del que es el lago de agua dulce más grande del planeta: el lago Baikal. Una parada obligada para descansar si vas en ruta transmongoliana / transiberiana.

Llevaba ya muchos kilómetros  desde que empecé ruta en Pekín y después de disfrutar de Mongolia, me apetecía hacer una parada para, literalmente, no hacer nada más que pasear, hacer fotos y descansar. Listvyanka parece  un lugar para ir por la mañana y volverse por la tarde. Al menos en temporada baja (verano). Y en parte así es, pero yo hice lo contrario. Llegué y me quedé 3 días. Estaba seguro de que allí habría algo más que unas pocas casas y unos cuantos pescados ahumados.

El puerto de Listvyanka con el hotel Mayec (de color amarillo) al fondo.

Pues no. Una vez allí te darás cuenta de lo que es Listvyanka: una carretera con algunas casas a lo largo de unos cuantos kilómetros frente a un lago enorme y eso sí, pescado ahumado para aburrir. Quizá te decepcione verlo, pero dale tiempo y tómalo como un break, una oportunidad para relajar el ritmo turístico y disfrutar de hacer poca cosa. Parar allí fue una gran decisión.

Pescado ahumado recién hecho.

Ahumadero industrial de pescado.

Lo mejor de Listvyanka, es sin duda, su pescado ahumado. Si te gusta, este es tu sitio. Dicen que aquí se hace el mejor pescado ahumado de Rusia.

Tu primer impulso será ir al mercadillo que hay al final del pueblo, junto a la carretera. En Listvyanka, excepto mi hostel perdido en la montaña, todo está cerca y junto a la carretera. El mercado es claramente turístico, pero estupendo para iniciarte en el arte del pescado ahumado, el pescado seco, pescado troceado… Y si vas pronto, también hay tocino ahumado, verduras…

Mercado de ahumados, pescado seco y souvenirs.

El precio de un pescado suele ser de  50 RUB, aunque pregunta en varios sitios porque a mí, una abuelita con ganas de sacar tajada de un turista trasnochado y cansado como yo, intentó clavarme 100 RUB. Así porque sí.

Te lo sirven templado en una bolsa de plástico y puedes acompañarlo con una torta de pan. Ve a comértelo al bar, es lo habitual. Allí te pides la bebida y de darán cubiertos y servilletas, aunque comérselo con las manos es un lujo.

Pescado abierto conservado en seco.

Al abrir la bolsa de tu pescado ten cuidado no te pase como a mí una noche. Al hacer fuerza, el plástico se rompió de golpe. No percibí nada extraño hasta que me percaté de que faltaba medio pescado dentro de la bolsa. Resultó que el pescado, muy tierno, se rompió en dos y un buen trozo de la cola había iniciado un vuelo hiperbólico hasta impactar en la espalda de la chica que estaba acaramelada con su novio, dos mesas más adelante . Por suerte nadie se dio cuenta de mi hábil maniobra (la chica tampoco). Recogí mi cola del pescado de entre sus pies y  seguí cenando como si nada. No quiero pensar si el impulso hubiera sido suficiente para hacer diana en la cabeza de la chica en lugar caer en su espalda. Qué apuro más tonto…

Puesto doméstico de ahumado, la mejor opción.

Cuando hayas probado el pescado ahumado del mercado, ya estás en condiciones de probar el pescado ahumado premium: el que hacen los vecinos de por allí en sus puestos caseros.

Para encontrarlo, como suele suceder en estos casos, te tienes que salir de lo más turístico. Pasa el mercado de pescado hasta un restaurante que tiene una gran barbacoa de ladrillo en exterior.  La carretera acaba allí.

Barbacoa al final del pueblo de donde sale la carretera vecinal.

A tu izquierda sube una calle que hace una curva hacia la derecha. Por las mañanas (y no sé si sólo la de los domingos) algunas señoras ahuman su propio pescado en unos carritos junto a la carretera. El carro con percha-expositor bien vale un premio al diseño.

La visión de la percha como expositor de pescado no me pasó desapercibida.

El pescado del  mercado bien rico, aunque recalentado y lleva hecho como mínimo un día. El pescado ahumado de estas señoras es el mejor con diferencia. Es infinitamente más jugoso y sabroso. El precio también es de 50 RUB. Vale la pena comprobar la diferencia.

La señora a quien se lo compré me dejó comérmelo en el patio de su casa. Bueno yo me colé en su patio mientras me miraba un tanto extrañada al no entender mis intenciones y preguntarse por qué un extranjero quería comerse un pescado en su jardín. Luego, incluso logró explicarme (entre gestos y más gestos) la forma para ahumar el pescado en su punto justo. El secreto está en no pasar de los 25 minutos de cocción.

Tras muchos pescados a mis espaldas (prácticamente 4 ó 5 diarios) logré perfeccionar mi técnica de despiece para quitarle las espinas sin apenas problemas. La última tarde, al sol del atardecer, mientras hacía tiempo para que la luz fuera perfecta para hacer las fotos que quería, me dediqué a la ociosa tarea de grabar este vídeo…