¡Leña pa'los pollos!

¡Leña pa’los pollos!

La calle Escudellers, en el barrio Gótico de Barcelona, ha sido siempre muy concurrida y llena de vida.  En sus años de gloria, esta calle era famosa por el ir y venir de los marineros americanos que atracaban en el puerto de la ciudad y pasaban la noche divirtiéndose antes de embarcarse de nuevo por la mañana. Durante el día, tiendas y comercios surtían al barrio con sus productos,  y por la noche, abrían los bares musicales con bailarinas y señoritas de esas que te tratan amablemente aunque no te conozcan (señoras que fuman, se dice aquí en Catalunya). De antes incluso que de esa época, de la calle Escudellers, sólo ha llegado a nuestros días el restaurante Casa Bofarull, fundada en 1835 y más conocida hoy en día como Los Caracoles.

Este restaurante ha vivido su época de gloria y ha sido muy famoso. Quien venía a Barcelona tenía que ir a comer a Los Caracoles o era como si no hubiera venido. Multitud de personajes famosos de todo tipo – políticos, actores, deportistas…- han pasado por sus salones y así lo testifican los autógrafos y dedicatorias que éstos le hicieron en su momento a su dueño, Agustín.

Vale la pena pasearse un rato por los salones y ojear los recortes de periódico, fotografías y testimonios. En verdad toda una vida dedicada a la restauración reconocida por sus clientes. Seguro que debió ser un gran sitio donde comer.

Pero el hoy de este restaurante es otra historia. Los Caracoles se ha convertido en uno de esos sitios que vive de la fama de tiempos pasados y que sin saber porqué, ahí sigue. Sin ofrecer nada a cambio. Los platos de siempre  y una relación calidad precio -de lo que yo he podido probar- que está a años luz de lo que cabría esperar.

Pero vamos por partes. Lo reconocerás porque hace esquina, y allí mismo, en la calle tienen el horno a leña donde hacen sus pollos alast (¿al’ast? ¿a l’ast? nunca he sabido escribirlo). Hay que reconocer que es un gran reclamo y les funciona muy bien. Yo mismo me dejé engañar por aquellos sinvergüenzas -a los pollos me refiero.

Cocina del restaurante, por donde entras para llegar al salón.

Cocina del restaurante, por donde entras para llegar al salón.

Hay que reconocer que el local es curioso. Si te gusta lo rústico, casero de pueblo y un tanto demodé y recargado, este es tu sitio. A mí no me disgustan estos sitios, al contrario, pero siempre y cuando la comida haga honor a la decoración, aunque sea de atrezzo.

Se entra por el bar. Allí puedes tomarte unos vinos y picar algo a cualquier hora. Pero si vas a comer, te harán pasar al salón.  Has de atravesar la cocina, algo que sorprende en principio, pero que me agradó. Nunca había entrado en un restaurante por la cocina. Los salones están al fondo y en el piso superior. Sitio tienen un montón. No sé si alguna vez los llenarán. Si los tienen será porque sí.

Comedor del piso de abajo.

Comedor del piso de abajo.

Salón del piso superior.

Salón del piso superior.

Caracoles también en el baño.

Caracoles también en el baño.

En cuanto lleves allí unos segundos, verás que los caracoles están por todas partes. En las paredes, bordados en las servilletas, sobre las barandas, pintados en los azulejos del baño… Sí, es un poco cansino, pero qué se le va a hacer, es su insignia y es quizá anecdótico.

El servicio es correcto, bueno, digamos que no es desagradable como en otros muchos sitios de Barcelona. Pero te sirven con esa desgana y distancia que no invita a sentirte a gusto. Eres -yo me sentí así- un turista más que cae por allí de casualidad -que cae por culpa de los pollos de la puerta, claro- y del que, por supuesto, no se espera que vuelva. Un clásico de los restaurantes de Barcelona más céntricos. Nada nuevo.

Pedí una copa de vino blanco y medio pollo con patatas. Los precios de la carta te echan para atrás y para probar, qué mejor que el pollo que me había hecho ojitos en la entrada del restaurante. Indiqué que el pollo estuviera poco hecho porque lo prefiero más jugoso. Me sirvieron rápido -tan rápido que de hecho pensé que el plato estaba ya servido de antes que llegara yo al restaurante- y claro, habían pasado de mis indicaciones, como de comer otra cosa.

El pollo...

El pollo…

El pollo estaba insípido y seco de narices. Extremadamente seco. Un pollo sequísimo. Quizá uno de los peores pollos asados que he comido nunca. Sólo de pensar lo que iba a pagar por aquella mojama de pollo… Las patatas fritas correctas, pero tampoco para tirar cohetes. Lo mejor de todo fue el allioli que pedí para enderazar aquel desastre. Espectacular, diría yo. Malo cuando de una comida, lo que más te gusta es la salsa para comer con pan y poco más. El pan también con forma de caracol por cierto. En definitiva decepcionante. Muy decepcionante.

Lo peor es pagar lo que se paga en un sitio como este por lo que te han servido. El plato de medio pollo cuesta 18,15 €. Has leído bien. Hay que tener valor para cobrar eso por un plato de pollo reseco. También para pagarlo, mea culpa. La copa de vino blanco -normalito, de la casa- a 5,39 € sin comentarios, que me enciendo y ya has captado mi mensaje.

Es una lástima que un establecimiento como este, con semejante fama, local, situación inmejorable y seguro que buenos cocineros, no lo aproveche para reventar el panorama gastronómico de la ciudad y triunfar como el que más. Como seguro lo hacía antes de convertirse en lo que se ha convertido.

En definitiva… Esta fue mi experiencia, pero qué quieres que te diga. Es que ni las fotos me salieron bien…

La cuenta, de escándalo.

La cuenta, de escándalo.

 

 

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7 comentarios

  1. 13 febrero, 2014 a 17:10 — Responder

    ¡Qué vergüenza! Y qué manera de espantar al turista… Gracias por contarlo ;-)

  2. 3 marzo, 2014 a 18:11 — Responder

    Que buena pinta tiene la comida

  3. 6 abril, 2014 a 17:20 — Responder

    Información Bitacoras.com

    Valora en Bitacoras.com:    ¡Leña pa’los pollos! La calle Escudellers, en el barrio Gótico de Barcelona, ha sido siempre muy concurrida y llena de vida.  En sus años de gloria, esta calle era famosa por el ir y venir de los marineros americ…

  4. Ramón Rivademar
    3 mayo, 2014 a 15:58 — Responder

    Es evidente que no has dado con lo mejor en ese momento, pero me parece una crítica demasiado fuerte para lo poco que probaste de la gran cocina que ofrece este lugar. Te recomiendo que para hacer una crítica tan destructiva repitas más de una vez y te asegures, yo soy asiduo del lugar y te opino que la calidad y el servicio es muy bueno, y por cierto esta lleno casi todos los días, por algo será. Es fácil criticar sin saber el daño que haces a muchas familias que viven de ese negocio, tu crítica destructiva no aporta nada, sinceramente.

    • Anawim
      25 mayo, 2014 a 12:27 — Responder

      Buenos días Ramón.

      Acabo de descubrir por casualidad ( buscando el hotel bay sands de Tailandia), este blog.
      Me ha llamado la atención porque se llama, viajar, comer y amar, y son las tres cosas que más me gustan en la vida, y la verdad, no sabría en que orden. Pero bueno, al lío. Estoy totalmente de acuerdo en que para hacer una crítica más «eficiente» o representativa, has de probar una parte más extensa de la carta, pero el autor creo que pone meridianamente claro lo que vivió, y me da la impresión de que es exactamente su objetivo, hay cosas que son totalmente objetivas, una copa de vino blanco más de 5 € ya dice bastante, los que llevamos toda una vida viajando y comiendo más o menos nos hacemos una idea. Además me gustaría añadir que todos somos mayores de edad ( o al menos la mayoría ) y tenemos la capacidad de leer cualquier cosa, y luego interpretarla, a nuestro juicio, por eso me parece algo injusto o al menos inoportuno que se critique al autor por expresar exactamente lo que vivió, en ese caso concreto, puesto que una experiencias es eso, UNA EXPERIENCIA, lo que redacta y afirma viene con documentos gráficos ( más objetivo imposible), y todas esas familias a las que haces referencia y a las cuales se les hace daño, creo que lo que podrían hacer, si se me permite la sugerencia, y por su propio bien, es leer estas cosas, e intentar mejorar.

      A mi, en concreto, me gustaría dejarle MI dinero a otras familias que se esfuercen por tratarme mejor, porque creo que aquí se contará lo bueno y lo malo de las experiencias vividas, y trataré de buscar aquellos lugares de los que se hable bien, o donde se haya tenido una experiencia positiva.

      En cuanto a la referencia que haces de que «siempre esta lleno», en modo alguno dudo de la sinceridad de tus palabras, pero quizá está lleno de gente como usted, clientes habituales a los cuales tratan estupendamente bien, y que además saben pedir aún mejor, puesto que conocen el local, pero los que somos foráneos, también podemos comer allí, y parece ser que es posible ó probable que nos traten como al autor, con lo cual, no es un lugar al que yo, como NO CLIENTE HABITUAL, debería entrar.

      Un saludo a todos y mi enhorabuena al autor, que ha hecho el esfuerzo de compartir sus experiencias con nosotros y ha provocado que yo escriba algo en una cosa de estas por primera vez en mi vida.

      • 26 mayo, 2014 a 18:26 — Responder

        Gracias Anawinm por tu aportación. Ciertamente una experiencia es sólo una parte del total, pero no deja de ser la experiencia que tuve.
        Por lo demás, ya que has empezado, no dejes de comentar, que siempre se aprende mucho de la visión que tiene la gente que lee los blogs.
        Saludos!

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