Llegué a la estación de Phitsanulok después de un largo trayecto en tren desde Chiang Mai. Había sido largo, pero se me había pasado tranquilo y bien. Ahora estaba en el punto de inicio de la segunda etapa, llegar a Sukothai y su parque histórico.
Pregunté en el punto de información (siempre hay uno en las estaciones de tren) y me comentaron que hay que coger un autobús para llevarte hasta Sukothai. Lo que no entendí es dónde cogerlo. Entendí que pidiera un tuk tuk para llevarme, cosa que no hice en un momento de ofuscación comunicativa y economía absurda. Me indicaron que tenía que salir de la estación, cruzar al otro lado por el puente elevado y llegar a la estación. Me pareció cerca y me eché a caminar. ¡Pues no! La estación está como a 3 km de la estación de tren.
Fue entonces cuando tropecé con uno de esos momentos que siempre recordaré. Viendo el panorama, dejé de caminar sin rumbo para preguntar en una casa, donde acababa de llegar un tío enorme sudado y sucio con la cara tapada con un pasamontañas y casco de moto. Mi primera reacción fue la de desconfiar (la verdad es que daba un poco de miedo), y fue ahí donde la realidad me pegó en toda la frente (que en mi caso no es poca). La señora le dice al tipo que me indique para llegar, y éste sin pensárselo, saca su moto de la casa, me hace subir y me lleva hasta allí, porque sí. Así, sin comerlo ni beberlo, agarrado a un tío enorme, sucio, sudado y ataviado con un pasamontañas y casco, al que sólo se le veían el blanco de los ojos, llegué a la estación de autobuses de Phitsanulok. El trayecto (y la incertidumbre) duró unos 10 minutos. Sin mediar palabra, no aceptó el dinero que le ofrecí, se despidió de mí con un pequeño gesto, tras su pasamontañas, sucio, sudado y poco agradable para mis ojos llenos de prejuicios, dejándome con la sensación agridulce de haber desconfiado. Debería empezar a creerme que la gente, en su mayoría, es así.
Recuperado de la colleja que la vida me acababa de dar, y nada más poner el pie en la estación, me encontré con los agentes oficiales que te preguntan hacia dónde vas y te indican la taquilla a la que te tienes que dirigir (en este caso, para Sukothai, es la número 10). El billete apenas cuesta 39 THB y pude coger el autobús de las 16:45h. Me entretengo a observar la estación. Veo que en todas las estaciones hay espacios y asientos reservados para los monjes. Me sorprende el respeto y admiración que les tienen. Para variar se me olvidó preguntar la duración del trayecto, y si terminaba en Sukothai, por eso de saber cuándo bajarme. Para tu información, que sepas que el trayecto dura sobre una hora, el bus acaba en la estación de autobuses de Sukothai y está bien señalizado. Hace calor y necesito una ducha. Hago un apaño con las toallitas húmedas. ¡Benditas!
Una vez allí (en la ciudad nueva de Sukothai) tienes que desplazarte hasta el parque histórico. Hay quien prefiere no hacerlo y por la mañana coger (o agarrar según dese dónde me leas) la furgoneta hasta el parque (a unos 20 minutos). Yo te recomiendo que duermas frente al parque histórico. Madrugar y pasearte por aquellas ruinas sin nadie a tu alrededor, durante unas horas, no tiene precio. Así que allí mismo pregunté y un señor que acababa de recoger a una niña del cole (intuyo que su hija) me llevó hasta el parque. Me costó un poco caro (150 THB) pero quería una ducha cuanto antes. En la furgoneta viajábamos la niña, un caniche y yo. Por cierto que con un nivel de inglés envidiable (la niña, digo, porque ni el caniche ni yo estábamos claramente a su altura).
El Parque Historico de Sukothai tiene la ventaja de tener algunas posadas más o menos económicas muy cerca, algunos sitios para comer, tiendas, cibercafé y sitios donde alquilar bicicletas.
Elegí la Old City Guesthouse. Una construcción de madera de teka muy pintoresca por fuera, y sin lujos en las habitaciones. Muy correcta, vamos. 300 THB la habitación con baño privado y ventilador. Tienen otra tipo zulo por 190 THB, pero no me convenció.
Tuve la precaución (en vista de los comentarios de otros que por allí habían pasado antes que yo) de pedir recibo por el pago adelantado de la habitación. Si tienes que pagar por adelantado, no dudes en hacerlo. No es habitual, pero siempre hay algún sitio donde se quieren aprovechar de los extranjeros y no serías el primero que paga y que a la hora de irse, se le requiere de nuevo, el pago de la habitación. ¿Y cómo demuestras que has pagado? El dueño (haciéndose el ofendido más bien con poco arte), me muestra la cámara del techo, que según él, lo graba todo. Siempre intento ser amable en esas situaciones, y con decirle que no es por él, sino porque en otros lugares ya intentaron estafarte, todo el mundo acaba aceptándolo sin problemas. Sirve con un papel con el importe pagado y una firma.
Dediqué lo que me quedaba de tarde a localizar la tienda donde alquilar la bicicleta a la mañana siguiente, consultar los horarios de autobuses para volver al día siguiente a Phitsanulok (iba a coger el tren por la noche) y cené en algún puesto callejero. No había cerveza, intuyo que por la hora (o por carecer de permiso para hacerlo). No me atreví con el agua del cubo que me ofrecieron y del que todos se servían y bebían sin mayor problema. Me fuí a dormir prontito, que había sido un día intenso y el día siguiente no iba a ser menos.
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[…] había llegado el día anterior por la tarde, y mi posada estaba justo en frente del parque (una de las mejores cosas que puedes […]