Sapa se lleva los méritos y la gloria. Está en el circuito turístico vietnamita y eso le hace merecedor de fama por las excursiones entre montañas, arrozales y las visitas a los pueblos de la etnia local, los h’mong (se pronuncia así como jamón). Pero no lejos de allí, en el término municipal de Bac Ha (a unos 50km de Sapa) hay varios pueblos que gozan del mismo entorno y mercados. Incluso de las excursiones para turistas -ahora las llaman trekkings– que tantos buscan en Sapa.
Bac Ha es un pueblo tranquilo, con ciertas comodidades y los servicios necesarios (ya tienen cajero automático, aunque la guía más famosa del mundo diga que no) para establecerse algunos días y disfrutar de los alrededores con tranquilidad. Una buena alternativa para los que no gustan de circos turísticos un tanto artificiales, o simplemente, otra parada interesante a tener en cuenta en tu viaje.
El pequeño pueblo de Coc Ly celebra cada martes (o sábado según quien te lo explique) su mercado tradicional. Un pequeño mercado en lo alto de una colina donde es muy fácil impregnarse de la esencia del día a día de los h’mong.
Para llegar hasta el mercado, lo mejor es alquilar una moto en Bac Ha en uno de los dos establecimientos que las ofrecen. Puedes elegir entre el indeleble -e insistente- señor Ngue (verdadero motor turístico del pueblo al que no se le puede negar su mérito) establecido en el hotel Hoang Vu. O también puedes alquilarla en el hotel Ngan Nga muy cerca del anterior, frente a una tienda donde puedes comer unos pasteles bien ricos a precios de risa. Este último más económico porque no goza del privilegio de aparecer en la guía de viajes de turno. No esperes alquilar una moto en Lao Cai, la ciudad más grande de los alrededores y puerta de entrada a Sapa. Allí sólo encontré una moto a 400.000 VND, un disparate. En Bac Ha cuestan entre entre 120.000 y 150.000 VND al día.
Iniciando ruta hacia Coc Ly, a unos 4km en dirección Lao Cai y pasada la gasolinera de Bac Ha, hay un cartel anunciando el hotel Sao Mai. Justo enfrente sale un desvío a la derecha. Es la carretera que te llevará hasta Coc Ly, a unos 22 km. Bueno esta distancia también es variable, porque los mojones llevan un cierto desorden en eso de marcar la distancia. Tú simplemente disfruta del paisaje y sobretodo, de la gente que te irás cruzando por el camino, no dejarán de saludarte y dedicarte una bonita sonrisa. Sabrás que te acercas al mercado porque empezarás a ver gente por la carretera que viene cargada de allí. Los h’mong son agricultores. Gente humilde con medios limitados y no todos tienen medio de transporte propio, así que no les queda otra que recorrer kilómetros y kilómetros de cuestas en la carretera hasta llegar a sus casas.
El mercado de Coc Ly no es grande, quizá tampoco sea tan vistoso como el de Bac Ha. Es sencillo y muy doméstico. Es un mercado para observar, no para visitar. Llaman la atención las vendedoras ataviadas con los trajes propios de los h’mong. Las más mayores se dedican a la venta de raíces, semillas y ungüentos. Frascos con brebajes de aspecto incierto, ampollas de vitaminas que se venden por unidades, regaliz y variedades de raíces desconocidas para el profano. Ojalá hubiera podido preguntarle a la señora por todo aquel arsenal de remedios naturales y sus aplicaciones.
Los puestos de comida son el corazón social de todo mercado vietnamita que se precie. Puestos no aptos para estómagos delicados, son lugares de reunión de los hombres mientras que las mujeres se dedican a vender o comprar en las paradas. Será que me ha pillado intestinalmente delicado, pero hoy no he podido comer allí. Eso sí, una cerveza con hielo para descansar del calor y observar a los parroquianos, no me la ha quitado nadie. Si prefieres evitar el hielo, prescinde también del vaso. En pocos sitios he visto los utensilios, vasos y demás tan sucios.
No es mala idea aprovechar el momento para cortarse el pelo o afeitarse. El barbero es una pieza imprescindible de todos los mercados vietnamitas. No dudarán en pedirte un dineral por pasarte la máquina y recortarse el pelo en unos minutos. Negociar es también parte del juego. Ya sabes, sin perder el sentido del humor. De los 50.000 VND iniciales que me pedían, hemos cerrado el trato en 15.000 VND. Todos contentos.
En la parte exterior del mercado, al otro lado de la carretera se venden los animales. Cabras, perros, pollos y búfalos. Estos últimos se llevan todo el protagonismo y siempre hay corrillos alrededor de algún comprador que negocie el precio con el vendedor. La compra de un búfalo (los fajos de billetes de 100.000 VND apenas caben en una mano) es todo un acto social de interés público. Así pues durante la negociación, no es raro que los presentes comenten y participen del proceso y sigan al comprador -como si de la corte del rey se tratara- de un búfalo a otro hasta que toma una decisión.
La excursión al mercado de Coc Ly no te lleva más de una mañana. Hay que ir pronto porque este tipo de mercados empiezan muy pronto y una vez han vendido lo que traen -o han vendido a quien saben que les compra el género- recogen y se vuelven a sus casas. No te extrañe que apenas queden unos cuantos puestos a media mañana.
De vuelta en Bac Ha, alguno de los restaurantes cercanos a la gasolinera son buenas opciones para probar el cerdo frito con salsa picante de ajo y chile y el curioso guiso de plátano macho con caracoles de arrozal. Esta última muy sabrosa… a la que -en mi opinión- le sobran los caracoles.
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