Estos son los relatos de mi segundo viaje de larga duración. Bueno, 33 días que tampoco son muchos. Aunque para alguien que siempre había ido de viaje con la familia o en grupo unos cuantos días, suponían todo un reto. Un reto porque era mi primer contacto con Asia. Nunca antes había estado en un país asiático. Había muchas cosas que descubrir y superar.
El choque cultural no se hizo esperar. Los olores, los colores y el ritmo vital de Bangkok fueron mi primer contacto con Oriente. Sensaciones y emociones que quedaron grabadas en mi memoria para siempre. Bueno, todo eso y las ratas que corrían por las calles de Bangkok tras la lluvia que me recibió aquella noche al llegar a la ciudad.
Pero estaba emocionado (y agotado del viaje) y poco importó para lanzarme a la calle a explorar. Eso sí, tras haber reservado habitación deluxe en un buen hotel para reponerme. Aun era un principiante en esto de los grandes viajes y necesitaba sentirme en casa.
Tailandia es un país espectacular, rico en cultura. La religión lo impregna todo, los templos y los símbolos llenan de color sus calles. La gente, amable y sonriente (que no siempre sincera) están ahí para lo que necesites. Mi ruta empezó en Chiang Mai en el norte del país. Recorrí en ferrocarril la ruta hasta Pitsanoulock para encontrarme con las ruinas de los templos de Sukotai. Más adelante con Ayyuttaya y sus manadas de perros rabiosos, Amphawa con su mercado flotante y el mercado entre las vías del tren de Maeklong. Krabi, el circo turístico de las islas Phi Phi… La impresionante y tranquila RayLeh remató la faena en el país.
Como el objetivo era llegar a Singapur para cumplir un sueño, entré en Malasia por la isla de Langkawi. Perderse unos días en moto entre los arrozales de la isla, subir en su teleférico de vértigo y ver el skybridge entre las montañas… Kuala Lumpur (capital de Malasia) no ofrece muchos atractivos pero sus torres Petronas ya son razón suficiente para visitar la ciudad. Dejarse llevar por los locales para descubrir su gastronomía y la influencia china que esta cultura tiene en la misma, es una de las mejores cosas que puedes hacer allí.
Mis 3 últimos días de ruta en Singapur se convirtieron en algo muy especial. El final de mi primer gran viaje en Asia. Y para celebrarlo cumplí un deseo que hacía tiempo tenía in mente. Disfrutar de la piscina más espectacular del mundo (eso me parece a mí) en el Hotel Marina Bay Sands. Tres días a remojo en aquellas aguas con las vistas más impresionantes del distrito financiero de Singapur. Sencillamente inolvidable.
Tailandia es un país para repetir. Sin duda tendré que volver. Malasia es más doméstico, con menos desarrollo turístico pero también con sus atractivos. Singapur es la Ciudad (con máyúscula) de la que me enamoré y sigo enamorado. He vuelto a ella recientemente y no he podido resistirme quedarme allí todo un mes entero. Singapur es un país que tiene mucho más de lo que parece a simple vista.
Estos artículos son los que hasta hoy he publicado sobre este emocionante viaje lleno de descubrimientos. Aun hay cosas pendientes de contar.
Si te animas, te recomiendo que te pongas cómodo y disfrutes del viaje.
2 comentarios
Informacion
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